Faro del Caballo

Buscando en el móvil algunas cosilla para hacer sin desviarnos mucho de camino del País Vasco hacia casa, dimos con una pequeña ruta de senderismo que nos gustó mucho: la ruta del Faro del Caballo, en Santoña. Aunque en realidad debería decir rutas, porque hay varias alternativas.

Nosotros le dimos la vuelta completa al monte Buciero. Salimos del Fuerte San Martín, pillamos la pista de tierra y piedras hasta la Peña del Fraile, y luego ya más metidos entre vegetación hasta el punto protagonista, las escaleras que bajan hasta el Faro del Caballo. 763 escalones dice el cartel (conté de subida y me salieron más), empinados y desiguales, y en algunos tramos con un cable de acero para dar algo más de seguridad, pero vale la pena hacerle ese cortado al perfil de la etapa para disfrutar de las vistas que esperan abajo. Deshicimos ese tramito upstairs, y luego continuamos hacia el Faro del Pescador y la playa de Berria, primero por una zona más de monte y de senderillo, y luego por la pista de asfalto que da servicio a este otro faro. Antes de llegar a la cárcel del Dueso, paramos un rato a buscar los restos de las antiguas baterías, y a disfrutar del día despejado y templado que tuvimos la suerte de pillar. De allí subimos un poquillo para llegar al Fuerte del Mazo (cerrado, no pudimos visitarlo), y luego un par de caminillos y ya se baja por asfalto al punto de inicio.

Está chula, es variada, y si se va con calma (casi 12,5km y 600mDa+ nos salieron), es asequible para todos los públicos (con críos hay que valorar: las escaleras pueden ser una aventura, o algo que les dé miedo, así que andad con ojo con posibles caídas, especialmente si está mojado). Además en todo el rule hay más de una docena de geocachés, y a la vuelta se pueden tomar unas anchoitas y unos lomitos de bonito en el pueblo, así que todo un acierto.

Chocolate no Geres

A veces vas a un sitio con un plan, y acabas haciendo otro mejor. En este caso la visita a Castro Laboreiro era para hacer unas rutillas por esa parte norte del Parque Nacional da Peneda-Gerés, que tiene un entorno alucinante para patear y para trotar, y sin saberlo de antemano nos encontramos con el Chocolate sem fronteiras.

Además de bastante buen rollo con la gente que asistió (poca, la verdad), como suele ser con los vecinos portugueses, disfrutamos de un montón de actividades en torno a la histórica producción de chocolate de la zona miñota (sur de Galicia y norte de Portugal): visita al museo antropológico y la antigua frábrica, visita teatralizada al castillo, rutas de senderismo, feria de productos, proyeccion de audiovisual… e incluso un evento de geocaching. Y, claro está, degustación de chocolate en varios formatos: luego ya nos ocupamos nosotros de complementarlo con un buen bacalhau con broa y con cordero a la brasa.

Vías tranquilas y osos

El oso que habíamos visto en el Courel en cierta ocasión era un poco fraude, así que como RL y yo teníamos ganas de ver a uno de verdad y de mover un poco el body, hilvanamos varias actividades para ver si había suerte.

Tiramos para el norte en la furgo, y el sábado aprovechamos para participar en una pruega de la Liga Galega de Orientación que se celebraba en Lugo, en el mapa del monte Segade. Salimos juntos, llevando yo el mapa las dos primeras balizas, mientras le explicaba un poco a RL, y ella el resto del recorrido, en el que no hubo grandes problemas. Por la tarde aprovechamos para dar un paseo y hacer algo de geocaching por el parque y el paseo a orillas del Miño. Día entrenido.

El domingo un poquito de bici: la vía verde el EO. Empieza en Vilaoudriz (a Pontenova), y va hasta San Tirso de Abres, teniendo como eje el rio EO que limita Galicia con Asturias. Ida y vuelta son 25km, muy facilitos, siendo el único inconveniente la falta de luz en algunos túneles, y que algunos tramos no están muy cuidados (baches, piedras…), y teniendo como principal atractivo el río, y los puentes y túneles. Para completarla un poquito, se puede visitar la cascada de Foxas, a la que se puede acceder por una carretera de asfalto en subida que se pilla cruzando el puente de madera al lado de las piscinas (mejor mirar mapa, la verdad). Apenas suma distancia, porque ir y volver no llega a 6km, aunque aquí sí que hay un pelín de subida (poca, pero la hay).

Al día siguiente una de las rutas más conocidas de Asturias: la Senda del Oso, que también aparece catalogada como vía verde (también hay info aquí). Esta sí que es acta para todos los públicos, de hecho vimos muchas familias con críos: el piso es bueno casi siempre, cuando pica para arriba es muy muy suave, y tiene muchos atractivos: el paisaje, los puentes y túneles… y los osos. De hecho, hicimos primero el tramo completo de Tuñón a Entragu o Teverga, donde hicimos una paradita para picar algo en el abarrotado parking, y luego a la vuelta en Proaza nos desviamos hacia Quirós, aunque no pasamos del embalse de Amurio, y volvimos a Tuñón (56km y 450mDa+ en total). Pues tanto de subida como de bajada, en esa especie de jaulas que hay a la altura del área recreativa de la Buyera, pudimos ver a Paca y a Tola (y a el/la otro/a oso/a cuyo nombre desconozco). Flipante, lo cerca que tienes a la osa en la zona vallada, y lo bonita que es. Objetivo cumplido.

Si se va hasta allí a hacer la Senda del Oso, es una pena irse sin hacer la Ruta de las Xanas, una ruta de senderismo que transcurre por el desfiladero del mismo nombre, y que por momento parece un mini-Cares. Es sencilla (aunque con niños hay que ir con ojo), y al principio las vistas son espectaculares. Nosotros la hicimos en media mañana con calma, uniedo ésta con la Ruta de Valdolayés, para no bajar por donde habíamos subido, y en total nos salieron 13km. Por cierto, que luego nos metimos un menú en Teverga, con sus fabes y su jabalí, que fue espectacular.

Despues nos fuimos unos días a la zona de Somiedo y aprovechamos para hacer un par de mini rutillas. Primero en bici la ruta trabalenguas: de Valle de Lago a Lago del Valle. Vamos, ir desde la aldea hasta lo que se conoce como el lago de Somiedo. No tiene mucha chicha, la verdad, porque es subir todo el rato por pista en dirección SE (se pueden usar también algunos senderillos paralelos), y luego bajar por el mismo sitio en dirección NO, haciendo 15 o 16km en total (y unos 400 o 500m de desnivel, dependiendo de dónde pares). El premio está en disfrutar del bocata en un entorno tan chulo como el lago. Por la tarde hicimos un cacho de una ruta de senderismo que arranca en la entrada del pueblo, cerca del camping, y va hasta el Puerto de Somiedo. Desde luego, buenas vistas, naturaleza, y tranquilidad, que era lo que buscábamos. Eso sí, aquí no vimos osos.

Asturias paradise

Semanilla de furgoneteo por Asturias, que nunca defrauda.

Un día subida a los Lagos, con su visita al centro de interpretación y su rutilla de senderismo, y parada a visitar a la Santina de regreso. Otro día, tiramos en bus a Posada de Valdeón para hacer la Ruta del Cares hasta Poncebos, disfrutando por cierto de un lugar super-interesante: el chorco de los lobos (y, por cierto, dejando en la lista de pendientes la nueva vía ferrata). También hicimos una jornada de turisteo y geocaching por Cangas de Onís, epicentro del turismo en estas fechas, en la que aprovechamos para las compras y degustaciones. Por supuesto, no podía faltar la visita al gran Urriellu, en este caso desde Sotres, bajando por la pista hasta el collado Pandébano, y luego por la ruta típica hasta el refugio, y regreso por el mismo sitio para no forzar. Y también descubrimos una ruta de senderismo que me encantó, no tanto por el paisaje sino por lo entrenida que es: la ruta del Beyu Pen o del bosque encantado. Durante la ruta hay que ir buscando una serie de personajes mitológicos que están camuflados en las rocas y la vegetación (algunos parecen casi esculturas, otros son elementos naturales levemente modificados). En la caseta de turismo nos dieron un folleto con la lista y la explicación, y entre la subida y la bajada localizamos todos: algunos son muy fáciles, otros no tanto. Muy recomendable para tener entretenidos a críos… y no tan críos.

Vamos, que unos días de tranqui, pero de no parar. Asturias paradise.

Errores en Chamonix

La excusitis no va mucho con el menda: el problema no fueron los semanas previas a este UTMB, sino lo que hice y lo que dejé de hacer en el periodo de enero a julio. Eso no quita que, por si no llegaba de gilipolleces, en los días previos volviese a meter la pata hasta el fondo cual novatillo.

Arrancamos hacia los Alpes con bastantes días de margen, para poder viajar con calma y parar a hacer cosillas de camino. Paramos un par de días en Pirineos para hacer un par de caminatas, y para que RL probase lo de las vías ferratas: el tiempo no acompañó mucho y hubo que abandonar a medias algunas de esas actividades, pero por lo menos disfrutamos de turisteo por la zona (y tomamos unas migas en Escarrilla, que estaban buenísimas).

Tras la parada de rigor en la ciudadela de Carcasona, y comernos un atasco brutal en la autopista antes de Montpellier (varias horas para hacer un puñado de kilómetros), llegamos otra vez al paraíso: Chamonix. Llovía a base de bien, así que lo primero buscar el camping que serviría de campo base toda la semana, y acoplar bien la furgo y el toldo. Esa tarde quedamos por el pueblo de turisteo, y claro, mojadura.

El martes amanece totalmente despejado y aunque hay que descansar, también queremos aprovechar el tiempo, así que nos vamos de pateada. Y no hay idea mejor que ir hasta el Lac Blanc, una visita habitual por las espectacularidad de las vistas desde allí. Sí, en plan senderismo (salvo un par de trocitos que aprovecho para trotar y ver sensaciones, malas claro), pero no dejan de ser horas de pateo y desnivel. Y es bajando de vuelta a Chamonix empiezo a notar lal rodilla derecha supercargada, que quieras que no son más de 1500mDa-. Llegué al pueblo ya cojeando, y con ella inflamada. Mierda. En ese momento pensé que aproximadamente ese trozo desde la zona de La Flegere iba a haber que repetirlo en un par de días, y rápidamente mi cabeza dijo: tranquilo, aquí no vas a llegar. Así que también empezaba la inflamación cerebral.

Por cierto, que de vuelta en el camping escuchamos que en la furgoneta de al lado están hablando en gallego. Nos acercamos a interaccionar cual vecino agradable, y se trataba de Xan y sus dos hijos, un corredor de Mondoñedo de lo más majo que hacía la TDS (y que acabó, y con un buen tiempo: ¡enhorabuena!).

Al día siguiente estoy ya medio agobiado, pero quiero ver qué carallo pasa con el body, así que nos vamos de ruta senderístico-geocacher, pero tranqui y en plano, por la zona del valle. Se confirma que algo raro hay en esa rodilla y que irradia hacia el muslo, pero intento ignorarlo, porque ahora no se puede hacer nada más que echar pomadita y descansar. Volvemos al pueblo a ver unos amigos montañeros gallegos que viven allí, y luego de vuelta a la furgo, a meditar. O más bien hecer examen de conciencia de mis pecados.

El jueves es un día ya «de carrera», porque entre preparar las cosas, ir al control de material, hacer las últimas compras, repasar las posibles ofertas del Salón del UltraTrail y demás, se pasa el día volando. Por la noche vamos a cenar a una pizzería del centro, pillo el aceitero y le cargo bien a mi plato. Cuando voy a tragar, era picante. Como me gusta tiré para adelante, pero luego el estómago se puso centrifugadora y me dio la tabarra toda la noche.

Conclusión: el viernes amanece con un tío, que ya no contaba con acabar la carrera porque venía infra-entrenado de forma escandalosa, y que ahora estaba con moquera, con una rodilla jodida, con dolor de estómago, y mal dormido. Y a la tarde tocaba ponerse al lío. ¡Vamos, que lo regalamos! La mejor forma de definirlo: la inteligencia de esos Gumby con los que me identifico.