Elipsis en tarjeta

Este año el Campeonato Ibérico de MTBO fue aquí cerquita de casa. No estaba yo muy bien, pero aproveché y me inscribí. Tiré para Ordes, para o Mesón do Vento, con unas sensaciones raras porque estaba muy bajo de forma física y bastante saturado mentalmente por tener muchas cosas en la cabeza estos días.

El sábado por la mañana la media: de meter tranca, así que sin patas poco se podía hacer. Por la tarde el sprint, que fue la prueba en la que hice honor al nombre de este blog. Y el domingo la distancia larga: tres cuartos de lo mismo, incapaz de mover desarrollo, y además con un fallo gordo de orientación en la parte final.

¿Y qué pasó en el sprint? Pues que salí muy enchufado y motivado, esforzándome hasta el jadeo, concentrado y metido en el mapa, y desplegando un pilotaje agresivo, en muchas curvas al borde de la caída. Iba hilvanando caminos y balizas con soltura y yendo a más, apreté el culo hasta el final dando lo que tenía, y entré en meta contento y satisfecho. El resultado era bueno, para estar en los puestos delanteros. Pero mi gozo en un pozo porque cuando fui a descargar el SportIdent… ¡error en tarjeta! Al parecer me había saltado un control. Me dieron ganas de protestar y pedir que revisasen, que seguro que el Air del SIAC no había funcionado. Pero, antes de hacerlo fui a mirar en mapa y, efectivamente, tocaba resignarse y volver a la furgoneta a morderme el labio. Debió ser que con tanto esfuerzo no me llegaba bien la sangre a la cabeza. Una pena.

Foto, del momento justo anterior a la equivocación, del álbum de Rodrigo, compartida en la web de Gallaecia Raid.

Rechipeado raider

Casi cinco años llevaba sin correr ningún raid (creo). Y estaba algo tristón por el tema y por las útlimas experiencias al respecto. Pero tras múltiples sesudas reflexiones y negociaciones de alto nivel diplomático, he decidido cambiar el chip al respecto: si van surgiendo posibilidades de correr con uno o varios equipos, si son gente maja y me coincide bien, independientemente de la categoría, adelante. Vamos, que de momento soldado para varias misiones, y puede que en futuro incluso mercenario (como ya he sido en otras facetas de mi vida ;-).

Para empezar, he ido con los pichones JV y AC a un par de pruebas de la liga gallega y, dentro de las condiciones en la que íbamos, lo pasamos bien:

  • LGR Becerreá, organizada por el club Fluvial de Lugo. Frío, mucho frío. Aquí estrené de verdad la Santa Cruz Hightower, y cuando fui a quitarla del portabicis estaba cubierta de escarcha. La S1 de MTB fuimos AC y yo, tenía de inicio unos rampones del copón, y luego una zona más plana y mojada. A la S2, un trekking, salimos JV y yo, lentos pero constantes, y con algún destello de buena orientación. La S3 era otra MTB que volvía al pueblo, y la hicieron AC y JV ya con el tiempo algo mejor aunque seguía fresco. Yo ya estaba medio cambiado porque a la S4 iban a salir ellos también, pero al final hubo un cambio de última hora y salimos de nuevo JV y yo a hacer un breve score urbano por el casco urbano de Becerreá, cansadillos, pero contentos. Unas horas después recibimos nuestro premio en un restaurante de un gimnasio en Outeiro de Rei que fue un auténtico descubrimiento.
  • LGR O Covelo, organizada por Xesta. En la bici de la S1 sufrí un montón en las subidas, me dolía la espalda y el estómago, y las patas no iban; menos mal que mi compañero JV tuvo paciencia conmigo. Por eso no me explico como en la S2, un trekking con algo de desnivel que hicimos de nuevo los dos, me fui encontrando cada vez mejor y acabé con fuerzas de sobra. Aquí JV tuvo un par de problemillas y por un momento me preocupé. Este deporte es así, un momento vas bien, luego mal, luego recuperas; y el equipo está para cuidarse y ayudarse mutuamente. Mientras nosotros loqueábamos con el mapa en el monte, AC hacía una baliza acuática en la transición de la playa de Ponte Maceira: teníamos miedo de que hubiese que nadar mucho en el agua fría, pero por lo que luego vimos, no lo pasó mal. A la MTB de la S3 salieron ellos, reconectando con el pueblo. Y luego vino la sección maldita. Nos habían advertido de que la S4 era un trekking jodido, que varios equipos habían salido, cogido una o dos balizas, y regresado. Salimos AC y yo, un poco con la mosca detrás de la oreja… y la cagamos un poco. Pillamos los 3 primeros controles, que no estaban fáciles, y decidimos saltar a los finales, porque el resto estaban lejos y no dábamos. Pero un fallo de orientación, y la presencia del río de por medio, nos hicieron recular para no entrar fuera de tiempo. Apretamos lo que pudimos, pero nos pasamos ¡por 15 segundos! Dándonos igual los puntos y la clasificación, un par de minutos sí que nos cagamos en la puñeta. Pero riéndonos, claro.

US-MTBO Xeoparque Cabo Ortegal

Lo que no me mola de las pruebas de orientación «de liga» es que son demasiado cortas, por eso me molan más los rogaines, los raids, y cosas como este ultra-score. Si, además se celebran en sitios tan chulos como la zona de Cedeira, Ortigueira y Cariño, mejor que mejor.

La jornada estuvo divertida, pese a que tuvimos que ir a ratos con la mascarilla, y a que el día vino con algo de lluvia y bastante niebla. En la zona alta había aerogeneradores que sabías que estaban allí por el ruído, no por verlos. Obviamente, sabía que no podía ir a por todas las balizas, así que de entrada descarté un par de ellas que estaban algo más lejos y que implicaban chupar bastante desnivel (me quedó pena de no ir a la de San Andrés de Teixido, porque igual significa que tenga que ir desde otra dimensión). Pero estuve las 6 horas dándole duro, tanto que, por forzar para pillar unos puntitos más, acabé acalambrado hasta el punto de tener que desmontar la última subida, y que entré en metas a segundos del límite de tiempo.

Como además fui en buena compañía, incluso en la prueba fui un ratito con JV, como el fin de semana, y acabó con una buena pizza y un buen paseo, no fue un mal fin de semana.

Imágenes de un álbum compartido en la web de Gallaecia Raid.

Retomando Trans Peneda-Gerés

Tras aquél Trans Peneda-Gerés, que fue campeonato del mundo pero que tenía una categoría open para chaiñas como yo, en el que tuve mi primer DNF y en el que me rematé de cascar la rodilla, me llegó una pequeña crisis trailrunner. Es normal porque si te duele incluso trotando en plano, si ves que los ritmos y sensaciones son malos, y no lo pasas bien, poco a poco lo vayas dejando. Y más si, como es mi caso, lo de poner un pide delante del otro no es tu deporte de cabecera.

No es que ahora esté mucho mejor, porque más o menos la cosa sigue igual, pero he vuelto a vivir sensaciones olividadas tras un par de años sin hacer un trail de verdad (porque las carreras de orientación y similares no las cuento). El caso es que se celebraba otra edición de la Trans Peneda-Gerés, denominada la carrera de los 4 castillos, y como en ella fue en donde empecé a alejarme del trail, intentar retomarlo ahí me pareció una forma de cerrar el círculo. Llegó a pasárseme por la cabeza ir a una de las distancias medias (105K, 60K, 42K… aunque también había una 165K), pero opté por empezar progresivamente y aprovechar para compartir la experiencia con JV y RF, amiguetes que iban a la de 27K.

En las horas previas a la carrera nos surgen unas dudillas sobre el material obligatorio, en concreto con si hay que llevar la chaqueta impermeable con capucha, cosa que no queda clara en los boletines y el reglamento (contradictorios). Personalmente no lo pienso mucho porque en caso de duda siempre hay que meterlo, y porque total tampoco afecta mucho al ir con poca cosa. Aunque luego, y esto es algo que nunca entenderé y que me pone de mala leche, estaba claro que muchísima gente no sólo no llevaba eso, sino que tampoco el resto de material. Y la organización tampoco se preocupó mucho de controlarlo. Vale que hacía buen día, pero no debería pasar esto: por seguridad (nunca se sabe lo que puede pasar), ni por justicia (unos cargan peso y otros no). En fin, nunca aprendemos.

Los recorridos son lineales, con distintos puntos de salida pero todos con meta en Montalegre, así que el viernes tiramos para allí. A primera hora de la mañana vamos en coche hasta Pitoes das Junias donde se da la salida de nuestra prueba, por oleadas, unos 100 corredores cada 5 minutos. Arrancamos ya bajo un buen sol, en camino cuesta abajo, e inmediatamente por un terreno ondulado con rocas y zonas de vegetación. RF se va un pelín para adelante, y a JV lo voy controlando por el rabillo del ojo para intentar no dejarlo atrás. Pero al rato ya parece claro que no vamos a ir juntos, así que me pongo un ritmillo mi bola. Aparecen los primeros senderillos, y un despiste nos quita un momentillo del camino correcto, aunque pronto volvemos al encintado, y en 4Km llegamos a las escaleras de madera que van al mirador de la cascada de Pitoes, y la primera subidilla con algo de entidad, que pronto se convierte en una bajada ancha de las de soltar zancada, la cual acaba en el Km 8.5 en un punto donde se cruzaba la carretera y había algo de público.

Justo después, en la primera bajada empinada y con algo de complicación, me engancho en no-sé-qué y antes de que pueda darme cuenta, pataplún: me caigo por un escalón y me golpeo contra unos árboles. Resultado: un impacto con un par de cortecillos en mi no depilada pierna, un golpe en el brazo y el hombro, y un buen susto (aunque el tío que venía detrás creo que se asustó más por la cara que puso cuando me ayudó). No paro apenas porque en breve llegará el avituallamiento del PK12 y ya haré allí balance de daños Sin embargo al llegar a ese avituallamiento de Travassos no me doy cuenta de que no se pueden coger la comida directamente por tema COVID (había que pedirla), y le echo la mano. Me riñen, con razón, y por vergüenza no me quedo allí casi nada y tiro.

El siguiente sector era el más rodador, pasando por las aldeas de Sezelhe y Cambeses, y fue donde más se notaron las molestias de la rodilla y la falta de forma. Justo cuando llevábamos una media maratón, apareció una petada que hubo que tomarse con mucha calma (en realidad no podía yo tomármela de otra forma, ni aunque quisiera). Subía a la capilla de N.S. das Treburas, lo que no deja de tener gracia, ya que para muchos sí que debió suponer auténticos temblores (no quiero imaginar los de las cien millas). Lo bueno es que al coronar ya se veía allí al lado Montalegre, y sólo quedaba acercarse por pistas, una subidilla boscosa muy chula, y bajar directamente al pueblo, gastando ya las fuerzas que quedasen. En los metros finales había ambientillo, tal vez demasiado en época de pandemia. Esa presencia de público fue la que hizo que mucho no caminásemos en el la empinada alfombra del arco de meta: intentar no quedar mal con la peña da más fuerzas que un gel.

RF ya había llegado un rato antes, y JV y su colega SM llegaron un rato después. Así que todos con el objetivo cumplido. Por mi parte, satisfecho con los 25.5Km y 1150mDa+, en las 3h23min que me salieron, pese a otros problemillas y sensaciones, porque suponen volver al ruedo sin sufrir demasiado. Lo que toca es intentar mantenerse un poco y disfrutar de estas cosas. Y, sobre todo, de los viajecillos y las comidas/cenas posteriores con los colegas.

Miel Orro

El año pasado la carrera en la que me di cuenta de que no podía continuar la progresión geométrica barriguil. Este año la prueba en la que podía haber hecho un buen puesto, pero una columpiada me sacó de carrera (de hecho se me fue a 19.5Km y 680mDa+ en 2h40min… cuando podían haber sido 30min menos sin problema). Pero aún así el Trail de Orientación de Orro tiene cosas que me encantan.