Era la segunda edición de esta carrera, y pese a celebrase al ladito de casa (casi en mi pueblo), la verdad es que no había oído hablar de ella. Se ve que ya no estoy en la onda. Pero un par de amiguetes me comentaron de ir con ellos y, aunque rehuyo bastante del asfalto, por compartir juntos ese rato, me anoté.
La prueba comienza en la playa de Lapamán (Bueu), en la playa playa, y termina en el centro de Marín. Y va siguiendo la línea de costa en dirección NE, hacia el interior de la ría, visitando varios pueblos y playas: Lapamán (donde podían haber puesto la salida algo más atrás para minimizar el atasco iniciaL), Loira, Aguete, Mogor y Portocelo (aunque en ésta no tuvimos que bajar a la arena). Además, el último kilómetro se metía por la Escuela Naval Militar, que fue algo simpático porque normalmente no puedes acceder al recinto, y porque así también se evitaba la última cuesta.
En cuanto a lo deportivo, poco que comentar: sólo iba a pasar la mañana con los colegas, JG y JV, y básicamente intenté ir con ellos hasta el final e ir trotando/corriendo todo el rato… porque en la parte media y trasera mucha gente caminaba en los constantes repechos. Y, aun así, sudé lo mío, porque el día estaba soleado y caluroso como pocos aquí en las Rías Baixas. Vamos, que los 11Km y 250mDa+ bajo el sol, en algo más de 1h:10min, fueron suficientes para justificar el churrasco posterior.
En resumen, esta carrerilla ha sido una sorpresa. Esperaba una «popular asfaltera al uso», y encontré varias cosas interesantes que la hacen diferente: un recorrido que combina asfalto, caminos de tierra y arenales por las playas; un perfil rompe-piernas; un paisaje muy chulo; una organización muy buena y con detalles cuidados; y un ambiente festivo. Para repetir.
Como la rodilla parece que me está dando una tregua, hace un par de meses me planteé probarla en alguna carrereta de trail. Busqué qué había cerca de casa que me pudiese molar, y vi dos cosas interesantes: el Trail Orixes de Mondáriz (en el que había una ultra de unos 60Km) y el Ultra trail Cerveira. Como éste suponía una distancia más asequible, poco más que una maratón, y como a la vecina villa lusa le tengo un cierto cariño… la decisión estaba clara.
El viernes no llegué a tiempo de coger el dorsal porque estuve en casa hasta la noche, así que tocaba madrugar. Aunque más me valdría haber apurado algo más el sueño, porque la secretaría abrió con más de media hora de retraso, que tuve que esperar bajo la lluvia. Afortunadamente, tenía todo preparado y no supuso mucho perjuicio.
Tras los saludos habituales y que nos controlasen el material obligatorio en el cajón de salida (¡olé, así debe ser siempre!), haciendo especial hincapié en el frontal, se dio la salida de las dos distancias grandes. Como es habitual, me pongo al final: prefiero adelantar que ser adelantado. Junto a la iglesia de Vila Nova da Cerveira nos metieron por un paso subterráneo para salvar la carretera y en seguida a subir a chupe por un pequeño sendero hacia el famoso mirador del dintel del monte del Espíritu Santo. La combinación de pendiente, niebla y bochorno hicieron que fuésemos sudando desde el principio.
Un poquito de bajada y de terreno ondulado nos llevó por la zona de las Mineirinhas y cerca del Convento de Santo Payo, y nos dejó al pie de un cortafuegos retador incluido, destino el Alto da Pena. Como no estaba muy fuerte y hacía tiempo que no corría así, iba muy conservador de patas y de pies. Eso me permitió trotar con continuidad al llegar a los eólicos y luego en las siguientes bajadas, empinadas y técnicas. Aunque tenía que andar algo al loro con los resbalones, especialmente en las zonas húmedas o con vegetación, porque calcé unas New Balance Nitrel, demasiado sencillas y pisteras para el terreno que estaba encontrando.
Los siguientes tramos fueron autenticamente preciosos: un sendero revirado por el arroyo San Gonçalo y por las canteras de Camaira, más sendero, un canal de aguas, la antigua central hidráulica de Covas… ¡incluso un tunel excavado en la roca! (de ahí que se asegurasen de lo del frontal). Todo ello representado por unos bonitos dientes de sierra en el perfil. Los kilómetros fueron pasando así entrenidos y sin apuro, y no me noté cansado hasta llegar a Sobreiro.
El siguiente subidote, y la posterior bajada al lado de un riachuelo (tan resbaladiza que hacía falta agarrarse a las cuerdas que puso la organización), me hicieron daño. Salí con las piernas templaditas de carallo. Así que en las pistas y caminos hacia Candemil, Reboreda y Nogueira, en general facilonas, no pude llevar el ritmo que me hubiese gustado.
Al llegar a los mólinos de Gávea con casi 39Km, parecía que todo estaba hecho. Pero no. Primero subimos a chuzo desde la propia área recreativa, después pistas y caminos ondulados de tierra en los que tiendes a acelerarte de más, y, obviamente, faltaba subir al ciervo desde la zona de Lovelhe. La primera parte de esa subida era boscosa, por terreno conocido para mí, y la llevé bien; pero la parte final con la solana en la chepa me obligó a respirar hondo y apoyar las manos en las rodillas, y a lazar algún juramento.
Pero bueno, junto ao rei cervo se acababa lo duro, ¿no? Pues claro que no: siempre hay un regalito final. Aquí fue bajar a saco las escaleras de la Encarnaçao y tener que remontar aún un poquito para pasar por una escondida atalaya. Iba ya en modo «gasta lo que quede», así que las últimas pistas y la entrada urbana en el pueblo los hice con cierta dignidad.
Entré en meta bastante satisfecho, con 45Km y 2800mDa+ en 8h 12min, lento, pero ni tan mal teniendo en cuenta la dureza del recorrido, el estado de forma (la rodilla sólo molestó al final), y que hacía tiempo que no me metía en estas distancias. Y cuando me iba a tirar en la hierba a descansar un rato, escuché por megafonía que me llamaban a podium. Supuse que sería un error y le pregunté al speaker, pero me confirmó que estaba correcto. El caso es que había entrado 2º en M45, porque se ve que tenían varias categorías de vejetes. Casi me dio la risa: mi primer trofeo en trail running, y llega así de esta manera, inesperadamente. Como el amor.
Este año el Campeonato Ibérico de MTBO fue aquí cerquita de casa. No estaba yo muy bien, pero aproveché y me inscribí. Tiré para Ordes, para o Mesón do Vento, con unas sensaciones raras porque estaba muy bajo de forma física y bastante saturado mentalmente por tener muchas cosas en la cabeza estos días.
El sábado por la mañana la media: de meter tranca, así que sin patas poco se podía hacer. Por la tarde el sprint, que fue la prueba en la que hice honor al nombre de este blog. Y el domingo la distancia larga: tres cuartos de lo mismo, incapaz de mover desarrollo, y además con un fallo gordo de orientación en la parte final.
¿Y qué pasó en el sprint? Pues que salí muy enchufado y motivado, esforzándome hasta el jadeo, concentrado y metido en el mapa, y desplegando un pilotaje agresivo, en muchas curvas al borde de la caída. Iba hilvanando caminos y balizas con soltura y yendo a más, apreté el culo hasta el final dando lo que tenía, y entré en meta contento y satisfecho. El resultado era bueno, para estar en los puestos delanteros. Pero mi gozo en un pozo porque cuando fui a descargar el SportIdent… ¡error en tarjeta! Al parecer me había saltado un control. Me dieron ganas de protestar y pedir que revisasen, que seguro que el Air del SIAC no había funcionado. Pero, antes de hacerlo fui a mirar en mapa y, efectivamente, tocaba resignarse y volver a la furgoneta a morderme el labio. Debió ser que con tanto esfuerzo no me llegaba bien la sangre a la cabeza. Una pena.
Foto, del momento justo anterior a la equivocación, del álbum de Rodrigo, compartida en la web de Gallaecia Raid.
Casi cinco años llevaba sin correr ningún raid (creo). Y estaba algo tristón por el tema y por las útlimas experiencias al respecto. Pero tras múltiples sesudas reflexiones y negociaciones de alto nivel diplomático, he decidido cambiar el chip al respecto: si van surgiendo posibilidades de correr con uno o varios equipos, si son gente maja y me coincide bien, independientemente de la categoría, adelante. Vamos, que de momento soldado para varias misiones, y puede que en futuro incluso mercenario (como ya he sido en otras facetas de mi vida ;-).
Para empezar, he ido con los pichones JV y AC a un par de pruebas de la liga gallega y, dentro de las condiciones en la que íbamos, lo pasamos bien:
LGR Becerreá, organizada por el club Fluvial de Lugo. Frío, mucho frío. Aquí estrené de verdad la Santa Cruz Hightower, y cuando fui a quitarla del portabicis estaba cubierta de escarcha. La S1 de MTB fuimos AC y yo, tenía de inicio unos rampones del copón, y luego una zona más plana y mojada. A la S2, un trekking, salimos JV y yo, lentos pero constantes, y con algún destello de buena orientación. La S3 era otra MTB que volvía al pueblo, y la hicieron AC y JV ya con el tiempo algo mejor aunque seguía fresco. Yo ya estaba medio cambiado porque a la S4 iban a salir ellos también, pero al final hubo un cambio de última hora y salimos de nuevo JV y yo a hacer un breve score urbano por el casco urbano de Becerreá, cansadillos, pero contentos. Unas horas después recibimos nuestro premio en un restaurante de un gimnasio en Outeiro de Rei que fue un auténtico descubrimiento.
LGR O Covelo, organizada por Xesta. En la bici de la S1 sufrí un montón en las subidas, me dolía la espalda y el estómago, y las patas no iban; menos mal que mi compañero JV tuvo paciencia conmigo. Por eso no me explico como en la S2, un trekking con algo de desnivel que hicimos de nuevo los dos, me fui encontrando cada vez mejor y acabé con fuerzas de sobra. Aquí JV tuvo un par de problemillas y por un momento me preocupé. Este deporte es así, un momento vas bien, luego mal, luego recuperas; y el equipo está para cuidarse y ayudarse mutuamente. Mientras nosotros loqueábamos con el mapa en el monte, AC hacía una baliza acuática en la transición de la playa de Ponte Maceira: teníamos miedo de que hubiese que nadar mucho en el agua fría, pero por lo que luego vimos, no lo pasó mal. A la MTB de la S3 salieron ellos, reconectando con el pueblo. Y luego vino la sección maldita. Nos habían advertido de que la S4 era un trekking jodido, que varios equipos habían salido, cogido una o dos balizas, y regresado. Salimos AC y yo, un poco con la mosca detrás de la oreja… y la cagamos un poco. Pillamos los 3 primeros controles, que no estaban fáciles, y decidimos saltar a los finales, porque el resto estaban lejos y no dábamos. Pero un fallo de orientación, y la presencia del río de por medio, nos hicieron recular para no entrar fuera de tiempo. Apretamos lo que pudimos, pero nos pasamos ¡por 15 segundos! Dándonos igual los puntos y la clasificación, un par de minutos sí que nos cagamos en la puñeta. Pero riéndonos, claro.
Lo que no me mola de las pruebas de orientación «de liga» es que son demasiado cortas, por eso me molan más los rogaines, los raids, y cosas como este ultra-score. Si, además se celebran en sitios tan chulos como la zona de Cedeira, Ortigueira y Cariño, mejor que mejor.
La jornada estuvo divertida, pese a que tuvimos que ir a ratos con la mascarilla, y a que el día vino con algo de lluvia y bastante niebla. En la zona alta había aerogeneradores que sabías que estaban allí por el ruído, no por verlos. Obviamente, sabía que no podía ir a por todas las balizas, así que de entrada descarté un par de ellas que estaban algo más lejos y que implicaban chupar bastante desnivel (me quedó pena de no ir a la de San Andrés de Teixido, porque igual significa que tenga que ir desde otra dimensión). Pero estuve las 6 horas dándole duro, tanto que, por forzar para pillar unos puntitos más, acabé acalambrado hasta el punto de tener que desmontar la última subida, y que entré en metas a segundos del límite de tiempo.
Como además fui en buena compañía, incluso en la prueba fui un ratito con JV, como el fin de semana, y acabó con una buena pizza y un buen paseo, no fue un mal fin de semana.