Rechipeado raider

Casi cinco años llevaba sin correr ningún raid (creo). Y estaba algo tristón por el tema y por las útlimas experiencias al respecto. Pero tras múltiples sesudas reflexiones y negociaciones de alto nivel diplomático, he decidido cambiar el chip al respecto: si van surgiendo posibilidades de correr con uno o varios equipos, si son gente maja y me coincide bien, independientemente de la categoría, adelante. Vamos, que de momento soldado para varias misiones, y puede que en futuro incluso mercenario (como ya he sido en otras facetas de mi vida ;-).

Para empezar, he ido con los pichones JV y AC a un par de pruebas de la liga gallega y, dentro de las condiciones en la que íbamos, lo pasamos bien:

  • LGR Becerreá, organizada por el club Fluvial de Lugo. Frío, mucho frío. Aquí estrené de verdad la Santa Cruz Hightower, y cuando fui a quitarla del portabicis estaba cubierta de escarcha. La S1 de MTB fuimos AC y yo, tenía de inicio unos rampones del copón, y luego una zona más plana y mojada. A la S2, un trekking, salimos JV y yo, lentos pero constantes, y con algún destello de buena orientación. La S3 era otra MTB que volvía al pueblo, y la hicieron AC y JV ya con el tiempo algo mejor aunque seguía fresco. Yo ya estaba medio cambiado porque a la S4 iban a salir ellos también, pero al final hubo un cambio de última hora y salimos de nuevo JV y yo a hacer un breve score urbano por el casco urbano de Becerreá, cansadillos, pero contentos. Unas horas después recibimos nuestro premio en un restaurante de un gimnasio en Outeiro de Rei que fue un auténtico descubrimiento.
  • LGR O Covelo, organizada por Xesta. En la bici de la S1 sufrí un montón en las subidas, me dolía la espalda y el estómago, y las patas no iban; menos mal que mi compañero JV tuvo paciencia conmigo. Por eso no me explico como en la S2, un trekking con algo de desnivel que hicimos de nuevo los dos, me fui encontrando cada vez mejor y acabé con fuerzas de sobra. Aquí JV tuvo un par de problemillas y por un momento me preocupé. Este deporte es así, un momento vas bien, luego mal, luego recuperas; y el equipo está para cuidarse y ayudarse mutuamente. Mientras nosotros loqueábamos con el mapa en el monte, AC hacía una baliza acuática en la transición de la playa de Ponte Maceira: teníamos miedo de que hubiese que nadar mucho en el agua fría, pero por lo que luego vimos, no lo pasó mal. A la MTB de la S3 salieron ellos, reconectando con el pueblo. Y luego vino la sección maldita. Nos habían advertido de que la S4 era un trekking jodido, que varios equipos habían salido, cogido una o dos balizas, y regresado. Salimos AC y yo, un poco con la mosca detrás de la oreja… y la cagamos un poco. Pillamos los 3 primeros controles, que no estaban fáciles, y decidimos saltar a los finales, porque el resto estaban lejos y no dábamos. Pero un fallo de orientación, y la presencia del río de por medio, nos hicieron recular para no entrar fuera de tiempo. Apretamos lo que pudimos, pero nos pasamos ¡por 15 segundos! Dándonos igual los puntos y la clasificación, un par de minutos sí que nos cagamos en la puñeta. Pero riéndonos, claro.

Retomando Trans Peneda-Gerés

Tras aquél Trans Peneda-Gerés, que fue campeonato del mundo pero que tenía una categoría open para chaiñas como yo, en el que tuve mi primer DNF y en el que me rematé de cascar la rodilla, me llegó una pequeña crisis trailrunner. Es normal porque si te duele incluso trotando en plano, si ves que los ritmos y sensaciones son malos, y no lo pasas bien, poco a poco lo vayas dejando. Y más si, como es mi caso, lo de poner un pide delante del otro no es tu deporte de cabecera.

No es que ahora esté mucho mejor, porque más o menos la cosa sigue igual, pero he vuelto a vivir sensaciones olividadas tras un par de años sin hacer un trail de verdad (porque las carreras de orientación y similares no las cuento). El caso es que se celebraba otra edición de la Trans Peneda-Gerés, denominada la carrera de los 4 castillos, y como en ella fue en donde empecé a alejarme del trail, intentar retomarlo ahí me pareció una forma de cerrar el círculo. Llegó a pasárseme por la cabeza ir a una de las distancias medias (105K, 60K, 42K… aunque también había una 165K), pero opté por empezar progresivamente y aprovechar para compartir la experiencia con JV y RF, amiguetes que iban a la de 27K.

En las horas previas a la carrera nos surgen unas dudillas sobre el material obligatorio, en concreto con si hay que llevar la chaqueta impermeable con capucha, cosa que no queda clara en los boletines y el reglamento (contradictorios). Personalmente no lo pienso mucho porque en caso de duda siempre hay que meterlo, y porque total tampoco afecta mucho al ir con poca cosa. Aunque luego, y esto es algo que nunca entenderé y que me pone de mala leche, estaba claro que muchísima gente no sólo no llevaba eso, sino que tampoco el resto de material. Y la organización tampoco se preocupó mucho de controlarlo. Vale que hacía buen día, pero no debería pasar esto: por seguridad (nunca se sabe lo que puede pasar), ni por justicia (unos cargan peso y otros no). En fin, nunca aprendemos.

Los recorridos son lineales, con distintos puntos de salida pero todos con meta en Montalegre, así que el viernes tiramos para allí. A primera hora de la mañana vamos en coche hasta Pitoes das Junias donde se da la salida de nuestra prueba, por oleadas, unos 100 corredores cada 5 minutos. Arrancamos ya bajo un buen sol, en camino cuesta abajo, e inmediatamente por un terreno ondulado con rocas y zonas de vegetación. RF se va un pelín para adelante, y a JV lo voy controlando por el rabillo del ojo para intentar no dejarlo atrás. Pero al rato ya parece claro que no vamos a ir juntos, así que me pongo un ritmillo mi bola. Aparecen los primeros senderillos, y un despiste nos quita un momentillo del camino correcto, aunque pronto volvemos al encintado, y en 4Km llegamos a las escaleras de madera que van al mirador de la cascada de Pitoes, y la primera subidilla con algo de entidad, que pronto se convierte en una bajada ancha de las de soltar zancada, la cual acaba en el Km 8.5 en un punto donde se cruzaba la carretera y había algo de público.

Justo después, en la primera bajada empinada y con algo de complicación, me engancho en no-sé-qué y antes de que pueda darme cuenta, pataplún: me caigo por un escalón y me golpeo contra unos árboles. Resultado: un impacto con un par de cortecillos en mi no depilada pierna, un golpe en el brazo y el hombro, y un buen susto (aunque el tío que venía detrás creo que se asustó más por la cara que puso cuando me ayudó). No paro apenas porque en breve llegará el avituallamiento del PK12 y ya haré allí balance de daños Sin embargo al llegar a ese avituallamiento de Travassos no me doy cuenta de que no se pueden coger la comida directamente por tema COVID (había que pedirla), y le echo la mano. Me riñen, con razón, y por vergüenza no me quedo allí casi nada y tiro.

El siguiente sector era el más rodador, pasando por las aldeas de Sezelhe y Cambeses, y fue donde más se notaron las molestias de la rodilla y la falta de forma. Justo cuando llevábamos una media maratón, apareció una petada que hubo que tomarse con mucha calma (en realidad no podía yo tomármela de otra forma, ni aunque quisiera). Subía a la capilla de N.S. das Treburas, lo que no deja de tener gracia, ya que para muchos sí que debió suponer auténticos temblores (no quiero imaginar los de las cien millas). Lo bueno es que al coronar ya se veía allí al lado Montalegre, y sólo quedaba acercarse por pistas, una subidilla boscosa muy chula, y bajar directamente al pueblo, gastando ya las fuerzas que quedasen. En los metros finales había ambientillo, tal vez demasiado en época de pandemia. Esa presencia de público fue la que hizo que mucho no caminásemos en el la empinada alfombra del arco de meta: intentar no quedar mal con la peña da más fuerzas que un gel.

RF ya había llegado un rato antes, y JV y su colega SM llegaron un rato después. Así que todos con el objetivo cumplido. Por mi parte, satisfecho con los 25.5Km y 1150mDa+, en las 3h23min que me salieron, pese a otros problemillas y sensaciones, porque suponen volver al ruedo sin sufrir demasiado. Lo que toca es intentar mantenerse un poco y disfrutar de estas cosas. Y, sobre todo, de los viajecillos y las comidas/cenas posteriores con los colegas.

Apura que llegas

Lo del otro día en la carrera de orientación de Casa de Sixto (una casa rural en Paderne), que es en formato tipo rogaine con un máximo de 3h, y con su penalización/descalificación si te pasabas, fue lo que podríamos denominar… «algo ceñidito». Y gracias a los últimos 500m de jadeos e intentos de autoconvencimiento, porque la cosa estuvo ahí ahí. Pena que la recolección de balizas no fuese la adecuada, porque desde luego el tiempo lo ajusté bien :-).

Foto de Paula Naya, compartida aquí.

Desastre World Championship

Este año el Trail World Championship, usease, el Campeonato del Mundo de Trail de la IAAF, está organizado por el vecino Carlos Sá, aquí al ladito (a menos de 2 horas de coche), e incluye un par de open races, 16K y 55K, para que puedan ir a participar las personas normales.

Más que una mini-crónica de esas mías en las que no cuento más que obviedades, aquí llega una simple valoración. Carrera bien organizada, recorrido muy chulo y variado (una especia de C invertida desde Entre-Ambos-Os-Ríos y Arcos de Valdevez), entorno flipante como siempre en la zona del Xurés-Gerés, y la gente de los pueblos de Portugal siempre amable. A los pro en su carrera de 85K parece ser que también les gustó, y además a España no le fue mal. Yo, no fui bien en ningún momento: desentrenado y falto de forma, pasado de peso, y con la rodilla dando la lata. Tan lento iba, que al llegar al kilómetro 40 se me hizo de noche, instalado en la cola de carrera, y en Anta do Mezio la organización nos cortó (dije que quería seguir aunque fuese fuera de carrera, porque solo quedaban 12K, pero nos dijeron que no, que iban a retirar el balizado y el personal de los cruces). Así que con 43km y 2800mDa+ en las patas, pero en un montonazo de tiempo, ha llegado el primer DNF de mi vida, por cuestiones de reglamento, pero ya está aquí.

A todo porquiño, por mucha fama que tenga de tanqueta y de tractor (de lento pero fiable), le llega su San Martiño: y el mío esperaba en Portugal en forma de desvirgamiento del retirado (o cortado, o lo que sea). Lo que más me fastidia es que todo se debe a la cabezonería que afloró en un par de ocasiones, una en casa y otra en el extranjero, y que ahora empieza a cobrarse la factura.

Asturias paradise

Semanilla de furgoneteo por Asturias, que nunca defrauda.

Un día subida a los Lagos, con su visita al centro de interpretación y su rutilla de senderismo, y parada a visitar a la Santina de regreso. Otro día, tiramos en bus a Posada de Valdeón para hacer la Ruta del Cares hasta Poncebos, disfrutando por cierto de un lugar super-interesante: el chorco de los lobos (y, por cierto, dejando en la lista de pendientes la nueva vía ferrata). También hicimos una jornada de turisteo y geocaching por Cangas de Onís, epicentro del turismo en estas fechas, en la que aprovechamos para las compras y degustaciones. Por supuesto, no podía faltar la visita al gran Urriellu, en este caso desde Sotres, bajando por la pista hasta el collado Pandébano, y luego por la ruta típica hasta el refugio, y regreso por el mismo sitio para no forzar. Y también descubrimos una ruta de senderismo que me encantó, no tanto por el paisaje sino por lo entrenida que es: la ruta del Beyu Pen o del bosque encantado. Durante la ruta hay que ir buscando una serie de personajes mitológicos que están camuflados en las rocas y la vegetación (algunos parecen casi esculturas, otros son elementos naturales levemente modificados). En la caseta de turismo nos dieron un folleto con la lista y la explicación, y entre la subida y la bajada localizamos todos: algunos son muy fáciles, otros no tanto. Muy recomendable para tener entretenidos a críos… y no tan críos.

Vamos, que unos días de tranqui, pero de no parar. Asturias paradise.