El juego del calamar runner

No soy muy de series de televisión. De hecho, aunque sé que existen, no he visto ni un capítulo de las típicas series que todo el mundo comenta: Juego de Tronos, Breaking Bad, Perdidos… Tampoco he visto El juego del calamar, pero sé de qué va. Y sé que la gente de Ingrávidos (un podcast sobre trail running en Radio Marca), el año pasado empezó a organizar una versión para corredores del juego sobre el que gira esa ficción. Un juego sencillo pero simpático y motivador.

Cada semana ponen un reto, en términos de distancia/desnivel/número de sesiones, que anuncian tanto en el programa como en su club en Strava. Los que lo cumplen siguen vivos, mientras que los que no lo hacen quedan eliminados. La pasada temporada no pude participar porque llegué tarde, pero esta me animé, simplemente para ver a qué semana llegaba, y me lo pasé muy bien. El resultado fue éste:

  • Semana 0. La prueba para acceder al juego era casi testimonial: hacer 5K, fuese como fuese. Yo como estaba algo verde, empecé con 9.2Km planitos y muy revirados por la senda del río Gafos, y sólo con eso ya estaba dentro.
  • Semana 1. Había que hacer 12Km con un mínimo de 500mDa+ en una única tirada. Ajusté bastante y con una sesioncilla de 14.3Km y 520Da+ pasé la primera fase.
  • Semana 2. Igual que la anterior, pero subiendo el kilometraje a 18. Estiré algo más la distancia, manteniendo el desnivel, y con una salida de 22.2 y otra vez 520Da+ (en parte acompañado del colega JV), cumplí con lo que se pedía.
  • Semana 3. Se pidió llegar a 25Km y 2000mDa+ en dos sesiones. La cosa empezaba a complicarse, más que por una cuestión de forma física, porque a los que vivimos al nivel del mar y con poca altitud alrededor nos cuesta sacar esos desniveles, salvo que sea haciendo intencionadamente recorridos sube-baja. A mí me supuso hacer dos salidas zigzagueantes, de 25.9Km y 21.5Km, con poco más de 1000mDa+ cada una, que el Strava computó a la baja, aunque aportando las métricas que daba Garmin (las que llevaba in situ), se aceptaron por «los jueces». Vamos, que salvé la vida por poquito.
  • Semana 4. Volvíamos a la mono-salida, pero para hacer 15Km con 800mDa+. Le hice una visita al Monasterio de Armenteira, y volví a casa con los deberes hechos: 22Km y 870mDa+.
  • Semana 5. Subieron tanto la distancia como el desnivel necesarios para sobrevivir: 25 y 1200. De nuevo voy sobrado en distancia, con 28Km, y más justo en desnivel, con casi 1300mDa+, pero con todas las coñas el retito me sirve para ir mejorando un puntito.
  • Semana 6. El formato fue algo novedoso, porque se pidió sumar 50Km en la semana, en las sesiones que fuese, pero cada una de ellas debía tener 300m de desnivel como mínimo. Para mí era semana de carrera, así que el miércoles hice una salidita de 9Km y 360m, por activarme un poco, y el sábado participé en el Ultra trail Cerveira, en el que cayeron 45.6Km y 2600mDa+, como conté aquí. Así que esta semana de desnivel fui sobrado.
  • Semana 7. Mismo sistema de la semana anterior, pero ahora para llegar a 55Km y 350mDa+. Las patas andaban cargadillas, así que mi estrategia fue repartir bastante la carga para asegurarme de seguir vivo un poco más. En esta ocasión, fui justito: tiré de tres sesiones (de 12, de 22.3 y de 21.2Km), con desniveles modestos (400, 550 y 500mDa+, respectivamente).
  • Semana 8. Empezaban las palabras mayores, especialmente para los que sólo corremos algún que otro día y practicamos otros deportes. Mantenerse en pie costaba acumular 100Km, en los entrenos que fuese y sin importar el desnivel. Contaba con poder hacerlos, pero el miércoles, cuando sólo llevaba 21K corridos, empecé a encontrarme mal. El jueves llegué a casi 40º de fiebre y me dolía todo. Aun así, pensé en salir «para sumar», aunque fuese poco, pero los escalofríos y el malestar aumentaron y tuve que pasar unos días prácticamente encamado. Estaba fuera del Juego del Calamar. Dead. Game over.

Pese a no llegar muy lejos, me lo pasé bien con la tontería esta, especialmente porque tampoco me importaba mucho. Que, por cierto, una cosa que me llamó la atención es que había algunas personas en Strava que se medio picaban y protestaban por algunas de las pruebas que ponían (no por las que les iban bien a ellos, obviamente). ¡Chicos y chicas, relajaos! ¡Sólo es un juego, y no morimos de verdad! Algunos/as necesitan ser algo más Gumby, y tomarse las cosas más a cachondeo, creo yo.

Gilicombo 2020

¿Algo de correr/pedalear, y que lleva incorporado el concepto de «gili» (pollas o puertas)? ¡Parece especialmente diseñado para mí!

El asunto consistía, tal y como explicaban aquí, en hacer algo de actividad en estas fiestas, concretamente el 25 de diciembre, el 1 de enero, y el 6 de enero (y si lo compartías en redes sociales, y o le dabas un carácter solidario, mejor). Y yo, aunque poco, porque además de un cierto cansancio influyó el frío y la lluvia, cumplí: 7km de carrera y otros 7 de caminata el día 25, casi 40Km de bici con un puertito bajo un aguacero el día 1, y otros 23Km de bici en el monte el día 6. Números no muy buenos, pero suficientes para poder presumir de tener un diploma de finisher christmas-gili style:

A ver cuándo me mandan la camiseta conmemorativa, que tiene pinta de picar un poquito al contacto con la piel.

San Silgumby

Desde hace años he seguido una rutina similar los días 31 de diciembre: mañana de entreno y/o recados, comida en casa, y luego la carrereta festiva por excelencia, el zumito con los colegas, el picoteo de MB, y la cena familiar. Pero este año no.

Por eso, intentado normalizarlo un poco y adaptándome a las circunstancias, hacía ya tiempo que tenía pensado hacer mi San Silvestre particular, gorrito de Papa Noel incluido, aunque fuese yo solo por alguno de mis recorridos habituales. Pero como unos días antes desde el blog de Palabra de runner se propuso una especie de edición virtual, me anoté para hacerlo algo más social, simpático, festivo. E incluso así, me salió mal.

Primero hice mi dorsal. Luego, como solo la iba a usar la app una vez, y no quería vincularla a mi cuenta de Garmin, instalé el JustMove ese en un móvil que tenía por casa y creé la cuenta con una de las típicas «direcciónes B» de correo electrónico que todos tenemos. Salí a correr, con el GPS puesto en el móvil y también en el Fénix, disfruté de mi carrereta (nada del otro mundo: 11.5Km, en 1h3min, con 150mDa+), y cuando llegué a casa… el móvil había contado el tiempo pero no había registrado ninguna distancia, y por lo tanto no había cumplido el reto. Extrañado, tardé un rato en darme cuenta de que sin tarjeta SIM ni datos, la app no subía ndada. Obvio. Por un segundo se me pasó por la cabeza volver a salir, pensando en paralelo a la afirmación de que lo que no está en Strava no existe (de hacerlo, ¿serviría como homenaje a la repetición que tuvo que hacer Kilian en el reto ese del maratón por equipos?). Tranquilidad: fue un instante fugaz.

¿Glamour o edad?

Hace tiempo que dejé la bici de free-style (aunque la echo mucho de menos), los skateparks, los pantalones XXL, y las protecciones de neopreno sudadas bajo la ropa. Y no debería ser yo quien lo diga, pero creo que de un tiempo a esta parte estoy ganando elegancia en lo deportivo. O tal vez sea simplemente que me estoy haciendo mayor.

A partir de ahora, ¿tendré que elegir la camiseta en función del color de las zapatillas? ¿Acabaré saliendo a trotar con un chandal completo y todo conjuntado?, ¿o a pedalear con pantalón de tergal y su correspondiente pinza en el tobillo?  No lo sé, pero el otro día, sin darme cuenta, y olvidando mi Garmin, rodé así:

Don’t touch my Breil Bike!

TMA-1

En lugar de penetrar en el cráter Tycho, decidimos adentrarnos en la zona de Trevinca. Cuesta desplazarse pero avanzamos a duras penas; es necesario para la humanidad. Ya en lo alto, detectamos un campo magnético extraño, perceptible sólo para entendidos, y poco más tarde dimos con él. Estaba ahí, enhiesto y solitario, emitiendo su señal bajo aquel intenso sol, en la cota 2001: El Centinela.

No había ni rastro allí del Dr. Heywood Floyd, con lo bien que nos vendría ahora su ayuda. Pero de haberlo encontrado, a buen seguro que nos animaría a explorar, así que arriesgamos como lo hubiese hecho el mismísimo comandante Bowman. Afortunadamente nuestros vehículos S.C.B., mucho más fiables que H.A.L., nos condujeron sin problemas a través del valle espacial. Fue como renacer, pero en otra dimensión.