Gilicombo 2020

¿Algo de correr/pedalear, y que lleva incorporado el concepto de «gili» (pollas o puertas)? ¡Parece especialmente diseñado para mí!

El asunto consistía, tal y como explicaban aquí, en hacer algo de actividad en estas fiestas, concretamente el 25 de diciembre, el 1 de enero, y el 6 de enero (y si lo compartías en redes sociales, y o le dabas un carácter solidario, mejor). Y yo, aunque poco, porque además de un cierto cansancio influyó el frío y la lluvia, cumplí: 7km de carrera y otros 7 de caminata el día 25, casi 40Km de bici con un puertito bajo un aguacero el día 1, y otros 23Km de bici en el monte el día 6. Números no muy buenos, pero suficientes para poder presumir de tener un diploma de finisher christmas-gili style:

A ver cuándo me mandan la camiseta conmemorativa, que tiene pinta de picar un poquito al contacto con la piel.

San Silgumby

Desde hace años he seguido una rutina similar los días 31 de diciembre: mañana de entreno y/o recados, comida en casa, y luego la carrereta festiva por excelencia, el zumito con los colegas, el picoteo de MB, y la cena familiar. Pero este año no.

Por eso, intentado normalizarlo un poco y adaptándome a las circunstancias, hacía ya tiempo que tenía pensado hacer mi San Silvestre particular, gorrito de Papa Noel incluido, aunque fuese yo solo por alguno de mis recorridos habituales. Pero como unos días antes desde el blog de Palabra de runner se propuso una especie de edición virtual, me anoté para hacerlo algo más social, simpático, festivo. E incluso así, me salió mal.

Primero hice mi dorsal. Luego, como solo la iba a usar la app una vez, y no quería vincularla a mi cuenta de Garmin, instalé el JustMove ese en un móvil que tenía por casa y creé la cuenta con una de las típicas «direcciónes B» de correo electrónico que todos tenemos. Salí a correr, con el GPS puesto en el móvil y también en el Fénix, disfruté de mi carrereta (nada del otro mundo: 11.5Km, en 1h3min, con 150mDa+), y cuando llegué a casa… el móvil había contado el tiempo pero no había registrado ninguna distancia, y por lo tanto no había cumplido el reto. Extrañado, tardé un rato en darme cuenta de que sin tarjeta SIM ni datos, la app no subía ndada. Obvio. Por un segundo se me pasó por la cabeza volver a salir, pensando en paralelo a la afirmación de que lo que no está en Strava no existe (de hacerlo, ¿serviría como homenaje a la repetición que tuvo que hacer Kilian en el reto ese del maratón por equipos?). Tranquilidad: fue un instante fugaz.

¿Glamour o edad?

Hace tiempo que dejé la bici de free-style (aunque la echo mucho de menos), los skateparks, los pantalones XXL, y las protecciones de neopreno sudadas bajo la ropa. Y no debería ser yo quien lo diga, pero creo que de un tiempo a esta parte estoy ganando elegancia en lo deportivo. O tal vez sea simplemente que me estoy haciendo mayor.

A partir de ahora, ¿tendré que elegir la camiseta en función del color de las zapatillas? ¿Acabaré saliendo a trotar con un chandal completo y todo conjuntado?, ¿o a pedalear con pantalón de tergal y su correspondiente pinza en el tobillo?  No lo sé, pero el otro día, sin darme cuenta, y olvidando mi Garmin, rodé así:

Don’t touch my Breil Bike!

TMA-1

En lugar de penetrar en el cráter Tycho, decidimos adentrarnos en la zona de Trevinca. Cuesta desplazarse pero avanzamos a duras penas; es necesario para la humanidad. Ya en lo alto, detectamos un campo magnético extraño, perceptible sólo para entendidos, y poco más tarde dimos con él. Estaba ahí, enhiesto y solitario, emitiendo su señal bajo aquel intenso sol, en la cota 2001: El Centinela.

No había ni rastro allí del Dr. Heywood Floyd, con lo bien que nos vendría ahora su ayuda. Pero de haberlo encontrado, a buen seguro que nos animaría a explorar, así que arriesgamos como lo hubiese hecho el mismísimo comandante Bowman. Afortunadamente nuestros vehículos S.C.B., mucho más fiables que H.A.L., nos condujeron sin problemas a través del valle espacial. Fue como renacer, pero en otra dimensión.

Cuasi-pro

Muchas veces los había visto: por la tele y en directo, a pros y a amateurs, a corredores y a ciclistas,… Pero nunca era yo el elegido. No es que tuviese envidia (nada más lejos de la realidad), ni que quisiese parecerme a ellos, pero deseaba saber lo que se siente, aunque sólo fuese por una vez. Y ese momento ha llegado.

Todo un cambio. No he mejorado mis marcas, ni he hecho podium en una prueba de renombre, ni siquiera estoy en un buen momento de forma. Pero cada vez que lo veo me doy cuenta de que… «ya soy de los buenos» (y si tuviese las piernas depiladas, y el moreno uniforme, ya sería la bomba). Obviamente, me refiero a que estos días llevo mi primer taping. ¡Qué emoción! [modo irónico off]