Desde hace años he seguido una rutina similar los días 31 de diciembre: mañana de entreno y/o recados, comida en casa, y luego la carrereta festiva por excelencia, el zumito con los colegas, el picoteo de MB, y la cena familiar. Pero este año no.
Por eso, intentado normalizarlo un poco y adaptándome a las circunstancias, hacía ya tiempo que tenía pensado hacer mi San Silvestre particular, gorrito de Papa Noel incluido, aunque fuese yo solo por alguno de mis recorridos habituales. Pero como unos días antes desde el blog de Palabra de runner se propuso una especie de edición virtual, me anoté para hacerlo algo más social, simpático, festivo. E incluso así, me salió mal.

Primero hice mi dorsal. Luego, como solo la iba a usar la app una vez, y no quería vincularla a mi cuenta de Garmin, instalé el JustMove ese en un móvil que tenía por casa y creé la cuenta con una de las típicas «direcciónes B» de correo electrónico que todos tenemos. Salí a correr, con el GPS puesto en el móvil y también en el Fénix, disfruté de mi carrereta (nada del otro mundo: 11.5Km, en 1h3min, con 150mDa+), y cuando llegué a casa… el móvil había contado el tiempo pero no había registrado ninguna distancia, y por lo tanto no había cumplido el reto. Extrañado, tardé un rato en darme cuenta de que sin tarjeta SIM ni datos, la app no subía ndada. Obvio. Por un segundo se me pasó por la cabeza volver a salir, pensando en paralelo a la afirmación de que lo que no está en Strava no existe (de hacerlo, ¿serviría como homenaje a la repetición que tuvo que hacer Kilian en el reto ese del maratón por equipos?). Tranquilidad: fue un instante fugaz.