Ayer hacía algo de frío, y yo andaba destemplado, e incluso un poco desmotivado. Como casi siempre, tenía ganas de hacer deporte, pero no quería andar por ahí ni arriesgarme al resfriado, así que me propuse ir al gimnasio de Campolongo, que una vez al año no hace daño.
La idea era un poco de cinta de correr y un poco de gimnasia, para matar el gusanillo, y volver pa’casa. Pero al llegar veo que hay unas clases de spinning de acceso libre a socios. Y claro, allá fui.
Me cambio, bajo, y voy a la sala. Pongo la toalla sobre una de las bicis del fondo, para «reservarla», y hago tiempo para que empiece la clase. Al poco comienza a llegar gente con zapatillas de automáticos, culottes, maillottes, y otros complementos. Se conocen entre ellos. Vamos, que voy a ser el raro. Cuando aparece la monitora me acerco, ajusto la bici, me subo, y comienza la sesión:
- Primeros segundos y ya me doy cuenta de un error. Me puse en una esquina por ser el novato, y resulta que estoy justo debajo de un altavoz. Y la monitora no se corta, tiene alma de Dj y le da cañita a la música; de hecho me cuesta escuchar sus instrucciones, y eso que la tía grita. Bueno, yo imito al resto, y listo.
- A los dos minutos de pedalear suave, todo el mundo se pone a hacer contorsionismo sobre la bici… resultó que eran estiramientos y ejercicios, pero algunos parecían un poco raros.
- Luego, un rato de cambios de ritmo. La tía da las órdenes, y la peña las cumple, ¿no? Pues no sé, porque había gente que no tocaba el mando de la resistencia, o le daban más o menos (por no hablar de cómo estará cada bici). Lo que sí sé es que yo sudaba como un cerdo y tenía el pulso alto, mientras el vejete de la izquierda y la chavalilla de la derecha iban silbando al ritmo de la música.
- Para acabar un combiando: un poquito de pié, un poquito sentado, unas planchas sobre el manillar, otros cambios de cadencia,…
Al final, ya en silencio (¡gracias, señor!), unos minutos de estiramientos guiados, empleando la bici como elemento de apoyo. Me dieron ganas de ir a decirle a la tía que cómo va a estirar uno en un hueco de 50cm que hay entre bici y bici, pero lo dejé estar.
En fin, nunca lo había probado porque no me llamaba, pero aun sin apasionarme, he de reconocer que tampoco estuvo mal. Se pasa rápido el tiempo (no como los días de rodillo en casa). Puede que algún día repita, pero sólo ocasionalmente, porque lo suyo es la bici al aire libre. En carretera, parque o monte, pero fuera.