El Sumatorio Runner (o The 496 Challenge): la crónica

Parte 1, parte 2 y parte 3.

Ahí va una mini-crónica del día a día durante el mes: simplemente los enlaces a los ejercicios en Strava y algún comentario sobre la jornada, en plan resumido y sencillo para que no salga aquí más tochón todavía. El resumen sería, para quien quiera ahorrarse la lectura, que correr cansa y que en Galicia llueve. Vamos, que el Sumatorio ha sido poca épica y mucha cabezonería.

Día 1: 1.1Km, total 1Km (1.1)

El primer día fue muy raro. Salir de casa, ya de noche, solamente para hacer 1 kilometrillo (bueno, en realidad hice alguno más), fue extraño, y más para un ultrero. Pero, obviamente, también fue muy fácil: una vuelta al parque del pueblo y listo. En mi agenda personal no sabía si contarlo como día de entreno o como day-off.

Día 2: 2.1Km, total 3Km (3.2)

Día muy similar al día anterior, con cosas del curre y de casa en la cabeza, me quedó el ejercicio para última hora… con un frío que pelaba. Pero como en poco más de 10 minutos se hacían los deberes, y sin apenas alejarse de casa, me puse una camiseta térmica de cuello vuelto y una rebequita técnica, y sin problema. ¡Qué llevadero es este reto, no?

Día 3: 3.2Km, total 6Km (6.4)

Solo tocaban 3… y casi no cumplo. Por la mañana estuve liado con unos recados y un poquito de pedaleo en la MTB. Y por la tarde había evento en mi casa, y entre los preparativos, las visitas, y demás familia (nunca mejor dicho), se acababa el día y aún no me había calzado las zapatillas. Al final salí a hacer mi carrerilla cuando se fueron los úlitmos invitados, a eso de las 23, de nuevo con frío, y con las miradas extrañadas de los primeros lugareños que se apoyaban en las puertas de los bares y pubs. Ellos con sus cubatas, yo con mi frontal. Cada uno a lo suyo. De nuevo carrera fácil y plana, sin salir del pueblo.

Día 4: 4.4Km, total 10Km (10.8)

Primera salida en plan trail. Me acerqué en coche al monte, para no quemar los 4 que tocaban en el propio traslado, e hice un trote en el que llegaron los primeros pasos caminando del reto porque un par de cuestas pusieron en evidencia mi falta de forma. Ensimismado en mis cosas no calculé bien el regreso y me estaba alejando del coche. Paré el móvil cuando me di cuenta de que ya había cumplido la distancia (aunque en Strava no figuren, pues allí solo registré el reto, algunos días tocó hacer algo más para llegar al destino). Por cierto, ¡qué gusto volver a la naturaleza y a la luz solar!

Día 5: 5.1Km, total 15 (15.9)

Antes de desayunar salí a dejar los deberes hechos, trotando un tramio del Camino Portugués básicamente. Pese a estar cansado, varias veces tuve que frenarme un poco, porque las piernas pedían algo más de ritmo (algo inusual en ellas). Pero creo que este reto es como las pruebas de ultradistancia: no solo habrá que saber aguantar cuando no haya fuerzas, sino saber sujetarse a uno mismo cuando haya ganas de acelerar. Hay que guardar fuerzas y conservar la mecánica. El ritmo da igual en esta pista mientras se esté bailando.

Día 6: 6.1Km, total 21 (22)

Primeras molestias del reto. No estaba haciendo un recorrido duro, los caminillos habituales al lado de casa, ni iba nada fuerte, pero sentí unos pinchazos en el muslo izquierdo que me mosquearon un poco. Y hasta iba un poco atragantado de pecho. De nuevo me ayudó el hecho de que el entreno duraba poco, porque la verdad es que lo que me apetecía era llegar a casa y comer, nada más.

Día 7: 7.2Km, total 28 (29.2)

Notaba las patas muy cargadas. Por eso me metí en easy-trails (Pantomima Full estaría orgullosa de mis coletillas en inglés), como el senderito del río y mis caminitos habituales. Intenté tensar un pelín y ponerme en modo crucero, pero no acababa de responder y los números no eran buenos, pero tampoco malos de todo. No pasó nada, llegué a casa contento, que es lo importante para un popular como yo. Y, con todas las coñas, llevó una semana de challenge.

Día 8: 8.3Km, total 36 (37.5)

Segunda vez que doblaba entreno durante el reto, y esta vez una sesión a continuación de la otra. Aromon organizaba un entreno de orientación en el Acibal y aproveché para hacer allí los 8K que tocaban hoy. Tras 1:30h de MTBO algo durillas por lo mojado que estaba el monte, me hice en caco un mapita de orientación a pie bastante chulo, sin mucha columpiada pero con algunos fallos y elecciones de ruta estilo Cru. En la parte final me encontré con unas vacas que buscaban claramente confrontación bélica, así que me fui por donde venía y tuve que dar un rodeo para llegar a la baliza. Gracias a ellas, y a un pequeño descalentamiento, cumplí con la distancia.

Día 9: 9.1Km, total 45 (46.6)

En cuanto me levanté salí en ayunas a cumplir, animado y centrado. El recorrido todo un clásico ya: el RR vuelta al Umia, cogiendo un cachito de la Vía verde do Salnés. Me puse un ritmillo llevadero, carrera continua suave, un poco por voluntad propia y un poco porque iba notando la carga en las piernas. Aunque me cogió un poquillo el frío (también en el estómago, como pude comprobar luego en casa), luego rendí mejor en el trabajo. Había olvidado lo bien que sienta entrenar antes de currar.

Día 10: 10.1Km, total 55 (56.7)

Al ser fin de semana y estar en casa pude buscar hueco para salir de día. Estaba algo falto de imaginación, y no sabía hacia donde ir (antes de empezar el reto había pensado en diseñar los recorridos en el ordenador de antemano, pero no lo hice y tocó improvisar). Repitiendo un poco, tiré hacia el monte más cercano para conectar con el río y la vía verde y hacer un 10K de trote con algún mini-caco. Vamos, nada especial, pero al menos empezaba a sumar con dos dígitos.

Día 11: 11.2Km, total 66 (67.9)

Anduve algo despendolado y, raro en mí, me levanté algo tarde. Para purgar mis pecados salí intentando rodar, pero la penitencia me llegó en la parte central del entreno en forma de dolor en la pierna izquierda (estaba claro que era un castigo divino, porque mi pierna lesionada es la derecha), y de dolor de garganta y cabeza, por lo que ese intento de correr a ritmo se conviertió en un «para y camina, o te haces daño». Cuando llegué a casa en mi mente se apareció un meme de Julio Iglesias que rezaba: estás enfermando, y lo sabes.

Día 12: 12.2Km, total 78 (80.1)

Febrícula y dolores varios y afuera llovía bastante. ¿Qué hacer? Lo más sensato era tirar del comodín 3, porque los desperfectos que podría producirme una mojadura no los arreglaría ni una hormigonera de Paracetamol. Así, aproveché que tenía día libre en el trabajo para ir al gimnasio ya por la mañana, cuando apenas hay gente, y agenciarme una cinta de correr durante más de 1h. Al principio muy lento, porque no era capaz con los mocos y la sensación de malestar, y un poquillo más vivo cuando calenté, cumplí con la docena de kilómetros que tocaban y volví a casa a tumbarme y darle duro al medicamento.

Día 13: 13.2Km, total 91 (93.3)

Chungo no, arrastrado. Me dolía todo, no solo del aparato locomotor, sino del cuerpo en general. Iba tan mal que incluso en terreno fácil no era capaz de mantener un mínimo trote y tenía que meter trozos caminando. Además los chaparrones me estabán matando. Incluso me vine un poco abajo de cabeza y pensé en cortar aquí el reto. Total, solo quería ver hasta que día llegaba y forzarme a volver a correr con algo de continuidad, y podía volver a intentarlo cualquier otro mes (de 31 días, claro). La verdad es que durante esta sesión solo quería acabar de una vez, llegar a casa, tomar una taza de leche caliente con Nesquik (y galletas), y luego ya pensaría.

Día 14: 14.1Km, total 105 (107.4)

Muchas dudas hoy. Salí porque ya estaba con el hábito, y por terquedad. Pero tal vez debería quedarme en casa, que el monte seguiría ahí otro día… y esperaba que los dolores no tanto. Pasé el entreno bastante preocupado, yendo por inercia por caminos conocidos, con un trote lentorro y cansino y metiendo cacos en cualquier cuestecilla porque no había chispa. En los últimos kilómetros pensaba que, como parece que le pasó a Sean, si quería continuar había llegado el momento de aumentar la ingesta y los estiramientos.

Día 15: 15.1Km, total 120 (122.5)

No había mucho tiempo, pero pude conciliar gracias a RL. Mientras ella estaba en la clase de la escuela de orientación, me di un rule por la zona del mítico lago de Castiñeiras y Cotorredondo. Pillé algo de llovizna y de una niebla fría que traspasaba la chaquetilla y humedecía los pulmosnes, y escapé lo que pude del desnivel positivo (incluso le metí algo más de negativo, al estilo de los paseos de Berto Romero). Y aunque esperaba encontrame como el culo, me vi algo mejor de lo que esperaba: todavía con el ¿catarro? y dolores, pero pudiendo moverme con cierta agilidad. Sin fuerza, pero el motor todavía estaba encendido.

Día 16: 16.1Km, total 136 (136.8)

Estirar, comer, meterle batidos de recovery y visitar la farmacia, se notó. Fui recuperando sensaciones respecto a días previos, y aunque no me notaba fit (ni sano), tampoco fat. Volví al Camino de Santiago, a la carrera continua llevadera por zona fácil, sin aspavientos. Lo malo es que sí que sentía que estaba robando tiempo a cosas más importantes que esto, que no pasa de poner un pide delante del otro por afición, lo que me jodía y me impedía disfrutar del todo.

Día 17: 17.1Km, total 153 (155.7)

Intencionalmente, como si estuviese en un ultratrail, combiné el correr con el caminar a ritmos vivos, y el puro monte con las pistas fáciles. Con estas distancias ya empezaba a alejarme algo de casa, por lo que salí por vez primera este mes con mochila. El monte estaba entretenido, embarrado y con el suelo lleno de ramas, pero no llovía, así que no tuve que sacar el chubasquero, y la sesión se pasó rápido. Después de unos días durillos, parecía que volvíamos a disfrutar.

Día 18: 19.3Km, total 171 (175)

Más que competir, lo que hago a veces es ir a carreras. Este domingo en concreto fui al Trail-O de Orro organizado por la gente de Gallaecia Raid, en compañía de JV y de AR. El día estaba despejado pero frío por un viento jodón. El trazado fue el habitual en esta prueba: unas partes más técnicas en la parte sur del mapa y otras más rodadoras y pisteras en la parte norte. Yo tuve algún fallo de lectura de plano, y aunque fui conservador llegué al final con pocas fuerzas (se iba notando la carga de trabajo día tras día). Salió más de lo que tocaba, pero es que ni miré el reloj durante la carrera… y aunque lo mirase, tampoco iba a parar antes de llegar a meta, que tan tonto no soy (creo).

Día 19: 19.3Km, total 190 (194.3)

Esta sesión la recordaré toda mi vida. Todo el día estuvo lloviendo, lloviendo bastante, y yo pensando en si salir o no. Me daba pereza y también miedo de recaer enfermo y ponerme peor. Pero estaba motivado. Tanto que, pese a que cada vez caía más agua y en la televisión hablaban de alertas varias, me puse un viejo traje de aguas Karhu y después de cenar salí de casa con la intención de hacer los 19Km que tocaban en una especie de in-every-street de esos que hace ahora la gente (correr por todas las calles de tu ciudad), y así aprovechar los balcones y edificios para evitar en parte la lluvia. La teoría no era mala, pero no funcionó porque a los pocos minutos de estar trotando por las aceras aquello se convirtió en un diluvio ventoso. Todo eran grandes charcos, agua saliendo de los balcones y de los canalones desbordados, lluvia lateral donde no había protección… Estaba empapado de arriba a abajo, los kilómetros se sumaban muy lentamente dando vueltas a varias manzanas, y las pocas personas con las que me crucé me miraban, algunas como si estuviese loco, otras como si fuese tonto. Tal vez tenían razón ambas. Luego en casa, con el objetivo cumplido y la ducha caliente tuve la sensación de ser un dios. Pero volví a ser mortal cuando cogí la fregona para limpiar los charcos que dejé al entrar y al desnudarme. Y poco después ya era un vil pecador cuando pillé por banda el cartón de la leche, el Nesquik y la bolsa de las galletas.

Día 20: 20.1Km, total 210 (214.4)

Sería por la dopamina y la adrenalina generadas el día anterior, pero el cuerpo quería movimiento. No había piernas o, mejor dicho, había, pero perjudicadas muscular y articularmente. Pero aun así logré sacar los 20K a sub 6′ y con sensaciones no del todo malas (¿sería que con el paso de los días, además del cansancio, también llegaba la forma?), solo empañadas por unos leves dolores de espalda. PD: o me pongo a trabajar el core, o algún día tendré un disgusto (y además si no lo hago nunca lograré parecerme a CR7).

Día 21: 22.3Km, total 231 (236.7)

Esta guay salir a hacer una media maratón entre semana, después de cenar, tener que regresar por no ser previsor (por ejemplo por salir sin chubasquero y ponerse a llover), y con todo pasarse de distancia. Y es que por el día no pude, pero a última hora del día saqué fuerza de voluntad y me escapé sin mirar la previsión meteorológica. Me pilló la lluvia a unos kilómetros de casa y volví para el pueblo para intentar acabar la distancia dando vueltas por el parque y por las aceras. La Guardia Civil me vio varias veces en distintos lugares y estuvo a punto de pararme; seguro que me multaban por matado. Fue un día difícil de describir porque no iba bien ni de cabeza ni de cuerpo, de nuevo teniendo que recurrir a un caco involuntario, y aún así cumplí con lo que tocaba sin saber bien cómo.

Día 22: 22.1Km, total 253 (258.8)

Todo el que hace deporte habrá sufrido alguna vez de estar entrenando e, involuntariamente, no parar de tararear una canción pegadiza. Pues esa es la historia de esta tirada: viví 22Km de carrera continua, trotona, por el Camino de Santiago hacia el sur, bajo una lluvia fina y absorto en el haz de luz del frontal… con el soniquete del burrito sabanero que va camino de Belén incrustado en el cerebro (soy tan amable que dejo un enlace por si alguien no sabe de qué hablo). Eso sí, a lo tonto iban pasando los días, llevaba más de 250Km, y ya había llegado más lejos de lo que esperaba con el retito este.

Día 23: 23.1Km, total 276 (281.9)

Querer, quería hacer algo similar a lo de ayer: un rodaje de ida y vuelta por el Camino de Santiago, pero hacia el norte. Sin embargo, no me salió como quería. La lluvia era más fuerte y el cuerpo no iba, y más que rodar seguido tuve que «caquear» un poco. Fu un día de aguantar de coco y usar estrategias mentales para intentar completar el objetivo: llegar a casa con ganas de más, y mañana será otro día.

Día 24: 24.5Km, total 300 (306.4)

Hoy me retiré, y al mismo tiempo no, como si fuese el corredor de Schrodinger. Como era Nochebuena y en casa habría faena y ganas de estar en familia, salí temprano para luego tener el día disponible. Pero tras los primeros kilómetros de tregua empezó a llover fuerte, muy fuerte, y yo estaba bajo las nubes con un chubasquero de bici sin capucha, y tiritando. Me desvié hacia el monte para ver si en las zonas más boscosas se disimulaba algo el aguacero, pero fue peor todavía porque bajaban auténticas riadas por todos los caminos. Tiré de fuerza de voluntad, pero sentía que me estaba volviendo a poner malo, y que esta vez el resfriado iba a ser gordo. Y además iba muy lento y con las piernas fatal. Así que me dije a mí mismo, «hasta aquí», y me volví a casa. Llegué con 17.4Km, y ya me costó que fuese así. Ya daba el reto por abandonado cuando, mientras hacía los últimos recados navideños caí en que podía usar el comodín de fragmentar la sesión y completar por la tarde los casi 7Km que me faltaban, pero dudaba de si tendría tiempo. Gracias a que RL estuvo trabajando duro en casa y a que me animó, luego pude, efectivamente, robar un ratito para vestirme el traje de aguas y retomar el asunto. Curiosamente, a la tarde no me cayó ni una gota.

Día 25: 25.1Km, total 325 (331.1)

Un poco culpable por no ayudar más en casa en este día de Navidad, me puse con el entreno a media mañana. Metí bastante asfalto, incluso por la carretera nacional, procurando que fuera una sesión tirando a fácil y rápida en la que poder mantener un ritmillo lento pero constante, pero reconozco que en un par de tramos las piernas me pusieron en mi sitio diciéndome como al Lute: camina o revienta. Incluso así llegué a casa contento por haber safado la lluvia y haber salvado otro día. Aunque quedaban los días más duros, pero llegados aquí el final ya se veía cerca.

Día 26: 26.2Km, total 351 (357.7)

La vía verde do Salnés en lugar del Camino de Santiago, y entretenido con un podcast de Kapital en lugar de con mis pensamientos. Salvo eso, día muy similar al anterior, de querer rodar, pero con un cuerpo que pedía ritmos lentos, pausas y, sobre todo, descanso. En casa le metí ración doble del recuperador de 226ers (el de fresa, que está rico de carallo), y estiré un buen rato. La acumulación de jornadas largas ya iba pesando en las patas.

Día 27: 27.7Km, total 378 (385.4)

Tiempo hacía que tenía ganas de darle una vuelta al embalse de Caldas. Aproveché la tirada larga de hoy para revisitar un par de zonas que tenía algo olvidadas y para trotar junto al agua. Algunos de los caminos estaban algo cerrados y fui buscando alternativas. Además, el sol, ese viejo conocido de los gallegos, llegó a asomarse por momentos. Así que fui bastante contento y entretenido. Ahora bien, menos mal que la cabeza estaba ocupada porque físicamente daba peniña: sin fuerzas, con dolores en las rodillas y las caderas, y con el pie derecho sufriendo porque a media sesión se me rompió la suela de la zapatilla e iba con una pisada forzada (¡la mierda de la frikada de despedirme de cosas viejas!). Otro día de los que llegar a casa habiendo completado lo requerido ya fue un triunfo.

Día 28: 28.2Km, total 406 (413.6)

Soy algo tonto, eso está claro. Si ayer fue la zapatilla, hoy salí con unos calcetines de la época de Matusalén, que se agujerearon en la primera media hora, y me salió una rozadura importante en el talón. Eso, sumado a que estaba fundido y reventado por todas las esquinas, resultó en una salida lenta, renqueante y pesada. Me consolaba pensando en que todo el rosario de molestias era normal ya que llevaba más de 400K en el mes… tras llevar meses casi sin entrenar a pie. Pero de poca analgesia psicosomática me sirvió y en los últimos kilómetros solo pensaba en comer y descansar.

Día 29: 29.2Km, total 435 (442.8)

Se confirmaba que hasta el rabo todo es toro. Y que si cargas, cargas, cargas, y no descansas, en algún momento revientas. De hecho la jornada se me hizo larga y penosa: dolores múltiples, más momentos de caminata de lo que quisiera, y salvando el día por simple fortaleza mental (sería porque esa faceta sí que la entreno mucho en el día a día, incluso en el trabajo). Al llegar a casa tuve que darme unas friegas en Flogoprofen o no era capaz ni de subir las escaleras para ir al dormitorio.

Día 30: 30.1Km, total 465 (472.9)

Parecería mentira siendo el penúltimo día del challengue, pero juro que cuando empecé el día no veía nada claro el futuro inmediato del reto. Una sesión dura, bastante dura. Y en los primeros minutos me encontré el camino cortado por una cinta que salté… y un poco más adelante me salió la Guardia Civil preguntando si había pasado por allí, cosa que, por supuesto, negué. Luego la borrasca se intensificó, y también los dolores articulares, tanto que incluso notando la musculatura más o menos entera me impedían trotar… ¡y casi moverme! Tenía un bulto en la cadera derecha que me hacía temer por una hernia, con un dolor que irradiaba al muslo y al glúteo, y llegó un momento en que la pierna se me quedaba rígida. Si me ponía el Buff a modo de parche en el ojo parecería un pirata con pata de palo. Paré a descansar un par de veces, tomé todo lo que llevaba en la mochila y, mal que bien, conseguí volver a casa. Aunque sonaba a lesión, estuve el resto del día intentando reparar los daños… y caminando como Robocop.

Día 31: 31.2Km, total 496 (504.1)

En navidades siempre ponen en la cumbre del Xiabre un belén entre las rocas. Desde el primer día de este reto tuve claro que, si llegaba al final, la última sesión sería ir a visitarlo. Así que este último día del año salí de casa antes del amanecer, animado pero bastante desconfiado con el recuerdo del día anterior, pensando en cuando llegaría la crisis. Así que chino-chano, controlando el esfuerzo, fui avanzando, metiendo kilómetros y desnivel pero con ojo. En la parte alta se notaba la fuerza del vendaval que entraba por la ría de Arousa. En algunos momentos el viento era tan fuerte que no dejaba avanzar e incluso amenazaba con tirarme. Al llegar a las antenas disfruté un rato de las figuritas navideñas y de las vistas, pero no mucho tiempo por miedo a que me cogiera el frío. En la bajada no me encontré tan mal como esperaba: la cadera se mantuvo a raya, y la ilusión de estar acabando el reto también me dio energía. Llegar al último día del reto con una salida de unos 1000m de desnivel positivo, y en la que reencontré sensaciones de mi época más trailrunner, era algo que no imaginaba el mes pasado ni de coña. ¡Trabajo hecho!

Día 31-bonus track: 4.9Km, total casi 501 (509)

Tradición, acto social y lúdico, ritual deportivo… La San Silvestre de Pontevedra es una de esas citas ineludibles, y más este año que era la primera en familia. Total… con los números que me estaban saliendo esa semana ya daba igual unos kilómetros más o menos. Daban lluvia justo para la hora de salida, y acertaron: estaba empezando a salir la cabeza de carrera (los que corren de verdad), cuando empezó a caer ¡y de qué manera! Arreció durante todo el recorrido por la ciudad y RL y yo nos pusimos echos una sopa, no así el peque que, con la funda plástica de su silla decorada con leds navideños y el saquito interior, llegó sequito y calentito. Lo pasamos bien por participar un año más en la fiesta, pero lo malo fue no poder hacer la típica quedada posterior, ya que todos nos fuimos rápido a casa para ducharnos y cambiarnos y no pillar una pulmonía. Con la coña sumé casi 5K más… y una nueva mojadura, y acabé mi Sumatorio en ambiente familiar y festivo :-).

The 496 Challenge: la idea del Sumatorio Runner

Parte 1, parte 2 y parte 3.

Las noches que estoy ocioso en casa (cada vez menos), suelo bucear por los perfiles y webs de deportistas/aventureros como Alastair Humphreys, Leon McCarron, Mark Beaumont, otros «más alternativos» como Beau Miles, y muchos otros (también españoles, como Antonio de la Rosa o Albert Bosch). Me mola porque tienen un puntillo que me gusta, y creo que bastante cercano a mi espíritu y mi forma de entender las actividad física, y porque suelen hacer cosillas divertidas y originales (que no fáciles), de las que sacar ideas.

Pues desde el año pasado vengo pensando en intentar un reto que le vi a Sean Conway: el 496 challengue. El asunto, como bien resume él en su web, consiste en correr 1Km el día 1 del mes, 2Km el día 2, y así, hasta el día 31 en el que acabe dicho mes (porque hacerlo en un mes de 30 días o en febrero es de cobardes… y además no te daría la cuenta para que salgan los 496). Aquí está un resumen de cuando lo hizo él:

La idea me atrajo al momento, pero como estas últimas temporadas no estoy corriendo mucho (ni estoy demasiado en forma en general), y me asustaba un poco el tema de mi medio lesionada rodilla, no me lo planteé. Pero últimamente han coincidido algunas cosas que me devolvieron el reto a la cabeza… y como además quiero aclarar de una vez si puedo recuperar la seguridad al correr (y volver a disfrutarlo), o si definitivamente tengo que pensar en el quirófano (o en mandarlo a la mierda y vender en Wallapop todo el material de running), creo que llegó el momento de probar. Eso sí, yo lo haré respetando los aspectos básicos, pero a mi manera. Por eso, aunque no tengo la pizarra de Sean, sí tengo mis libretas en las que fui perfilando estas semanas mis principios y normas:

  • Lo del #496Challenge está muy bien, pero suena a reto de TikTok, y además creo que lo jodido no es hacer 496Km (que se podrían hacer en un mes de otras formas diferentes), sino el empezar desde poquito e ir añadiendo cada día 1Km más. Por eso de puertas a dentro prefiero referirme a él como el reto del Sumatorio Runner.
  • La ¿primera? tentativa será en diciembre. Aunque la idea original es hacerlo en enero, eso me recuerda un poco a los propósitos de año nuevo, cosa que no me gusta.
  • Procuraré no robar tiempo a la familia, ya que el poco tiempo que el trabajo y el día a día dejan para estar con ellos no se puede sacrificar por estas cosas. Esto supone procurar no salir de tarde entre semana, y tirar de madrugadas y noches, y aumenta la dificultad.
  • Lo importante es hacer la distancia del día en el día: da igual el ritmo, el recorrido, la forma… Así que si tengo que meter tramos del típico ca-co corremontañero, paradas de avituallamiento o similares, puedo hacerlo sin problema (también el ideólogo lo hizo como se ve en el vídeo).
  • En Galicia y en diciembre (aunque en enero hubiese sido similar), y procurando no usar tiempo familiar, es muy probable que las condiciones sean chungas: la lluvia y la oscuridad están garantizadas. Como esto lo hace más difícil, y prefiero adaptar a incumplir, me auto-concedo la posibilidad de usar varios comodines como si fuese un concurso de la televisión:
    • Comodín 1: fragmentación. Hacer la distancia en varias sesiones, en el mismo día, claro (p.ej., si tocan 19Km, hacer 10 a la mañana y 9 a la tarde).
    • Comodín 2: base de vida. Usar la casa o furgoneta como punto de asistencia (p.ej., hacer bucles que cada cierta distancia permitan cambiarse de ropa o beber y comer).
    • Comodín 3: indoor. Correr lo que toque en la cinta (p.ej., si diluvia cumplir con la distancia del día en el gimnasio).
    • Comodín extra: combinación: Mezclar varios de los comodines anteriores.
  • Para poder demostrar hasta donde llego, y también, lo reconozco, para buscar un poco de commitment, registraré los ejercicios en mi Strava.
  • No voy a disfrazarme ni a correr para atrás, pero sí me gusta eso de darle un aire frikie, así que, más en mi estilo, mi propuesta es salir cada día con una prenda vieja que esté para tirar (cosa que me cuesta un montón), y así usar ese entreno para despedirme de ella y agradecerle los servicios prestados.

Elipsis en tarjeta

Este año el Campeonato Ibérico de MTBO fue aquí cerquita de casa. No estaba yo muy bien, pero aproveché y me inscribí. Tiré para Ordes, para o Mesón do Vento, con unas sensaciones raras porque estaba muy bajo de forma física y bastante saturado mentalmente por tener muchas cosas en la cabeza estos días.

El sábado por la mañana la media: de meter tranca, así que sin patas poco se podía hacer. Por la tarde el sprint, que fue la prueba en la que hice honor al nombre de este blog. Y el domingo la distancia larga: tres cuartos de lo mismo, incapaz de mover desarrollo, y además con un fallo gordo de orientación en la parte final.

¿Y qué pasó en el sprint? Pues que salí muy enchufado y motivado, esforzándome hasta el jadeo, concentrado y metido en el mapa, y desplegando un pilotaje agresivo, en muchas curvas al borde de la caída. Iba hilvanando caminos y balizas con soltura y yendo a más, apreté el culo hasta el final dando lo que tenía, y entré en meta contento y satisfecho. El resultado era bueno, para estar en los puestos delanteros. Pero mi gozo en un pozo porque cuando fui a descargar el SportIdent… ¡error en tarjeta! Al parecer me había saltado un control. Me dieron ganas de protestar y pedir que revisasen, que seguro que el Air del SIAC no había funcionado. Pero, antes de hacerlo fui a mirar en mapa y, efectivamente, tocaba resignarse y volver a la furgoneta a morderme el labio. Debió ser que con tanto esfuerzo no me llegaba bien la sangre a la cabeza. Una pena.

Foto, del momento justo anterior a la equivocación, del álbum de Rodrigo, compartida en la web de Gallaecia Raid.

Rechipeado raider

Casi cinco años llevaba sin correr ningún raid (creo). Y estaba algo tristón por el tema y por las útlimas experiencias al respecto. Pero tras múltiples sesudas reflexiones y negociaciones de alto nivel diplomático, he decidido cambiar el chip al respecto: si van surgiendo posibilidades de correr con uno o varios equipos, si son gente maja y me coincide bien, independientemente de la categoría, adelante. Vamos, que de momento soldado para varias misiones, y puede que en futuro incluso mercenario (como ya he sido en otras facetas de mi vida ;-).

Para empezar, he ido con los pichones JV y AC a un par de pruebas de la liga gallega y, dentro de las condiciones en la que íbamos, lo pasamos bien:

  • LGR Becerreá, organizada por el club Fluvial de Lugo. Frío, mucho frío. Aquí estrené de verdad la Santa Cruz Hightower, y cuando fui a quitarla del portabicis estaba cubierta de escarcha. La S1 de MTB fuimos AC y yo, tenía de inicio unos rampones del copón, y luego una zona más plana y mojada. A la S2, un trekking, salimos JV y yo, lentos pero constantes, y con algún destello de buena orientación. La S3 era otra MTB que volvía al pueblo, y la hicieron AC y JV ya con el tiempo algo mejor aunque seguía fresco. Yo ya estaba medio cambiado porque a la S4 iban a salir ellos también, pero al final hubo un cambio de última hora y salimos de nuevo JV y yo a hacer un breve score urbano por el casco urbano de Becerreá, cansadillos, pero contentos. Unas horas después recibimos nuestro premio en un restaurante de un gimnasio en Outeiro de Rei que fue un auténtico descubrimiento.
  • LGR O Covelo, organizada por Xesta. En la bici de la S1 sufrí un montón en las subidas, me dolía la espalda y el estómago, y las patas no iban; menos mal que mi compañero JV tuvo paciencia conmigo. Por eso no me explico como en la S2, un trekking con algo de desnivel que hicimos de nuevo los dos, me fui encontrando cada vez mejor y acabé con fuerzas de sobra. Aquí JV tuvo un par de problemillas y por un momento me preocupé. Este deporte es así, un momento vas bien, luego mal, luego recuperas; y el equipo está para cuidarse y ayudarse mutuamente. Mientras nosotros loqueábamos con el mapa en el monte, AC hacía una baliza acuática en la transición de la playa de Ponte Maceira: teníamos miedo de que hubiese que nadar mucho en el agua fría, pero por lo que luego vimos, no lo pasó mal. A la MTB de la S3 salieron ellos, reconectando con el pueblo. Y luego vino la sección maldita. Nos habían advertido de que la S4 era un trekking jodido, que varios equipos habían salido, cogido una o dos balizas, y regresado. Salimos AC y yo, un poco con la mosca detrás de la oreja… y la cagamos un poco. Pillamos los 3 primeros controles, que no estaban fáciles, y decidimos saltar a los finales, porque el resto estaban lejos y no dábamos. Pero un fallo de orientación, y la presencia del río de por medio, nos hicieron recular para no entrar fuera de tiempo. Apretamos lo que pudimos, pero nos pasamos ¡por 15 segundos! Dándonos igual los puntos y la clasificación, un par de minutos sí que nos cagamos en la puñeta. Pero riéndonos, claro.

Asturica Augusta 2021

Este 2021 me había propuesto hacer la serie completa de brevets, pero no pudo ser. Tras el ventoso 200, el húmedo 300, y el peregrino 400, no pude asistir al 600 del CC Riazor porque me coincidió con un par de asuntos personales más importantes. Pero tenía ganas de más, y todavía quedaba el verano por delante. Podía haber buscado la distancia que me faltaba en algún organizador más lejano (de hecho, me recomendaron que fuese paso a paso), pero, tirando de mentalidad Gumby, y aprovechando que cerca de casa se organizaba una cerca de casa, aproveché para dar el salto a las 4 cifras.

La Asturica Augusta es una super brevet o randonnée de 1200K (por lo tanto con un límite de 90h), organizada por el club Astorga Randonneurs, cuya propuesta es sencilla: recorrido circular y «asequible», pasando por todas las provincias de Castilla y León, y en autosuficiencia «total», salvo un punto de control a modo de base de vida, y lo que vayas pillando por ahí.

El día D llegué a Astorga a media mañana, unas horas antes de la salida. Aunque tenía lo del equipaje medio pensado, al ser totalmente novato tenía muchas dudas y quería preguntar varias cosillas y cotillear en las bicis de los demás (que había de todo, por cierto: desde bicis racing a auténticas cicloturistas, desde multi-gadgets a minimalistas…). Esas charletas previas me dejaron algo intranquilo por algunos de los comentarios que escuché (sobre experiencia, paradas, dormidas…). De todas formas, los interpreté como consejos (es decir, teniéndolos en cuenta e ignorándolos a partes iguales), y seguí lo planeado: no cambié nada ni en la bici ni en el material, y mantuve el plan «a la brava» e ir viendo.

Era el lunes 23, y a las 17:30 formamos la parrilla (unos 140 randonneurs), para dar una pequeña vuelta neutralizados por Astorga, y antes de las 18 ya estábamos pedaleando libres hacia el SE. Intencionalmente me puse detrás de todo, sin pretensiones. Pero, aunque no quisiera, hubiese quedado igualmente de farolillo rojo porque la peña salió a fuego y en las primeras rectas ya los perdí de vista.

Hasta Camarzana de Tera (PK62) fui algo preocupado porque tenía varias molestias en las piernas, no pillaba postura, me sentía algo desubicado, y además pasaban los minutos y no encontraba a nadie. Vamos, un comienzo poco halagüeño. Por la N631, ya anocheciendo, empecé a pillar algunas unidades y en un pueblo llamado Montamarta paré a comer algo sólido en un bar y me encontré con parte de la grupeta gallega, con la que compartí los siguientes tramos. Esto, y que llegase la noche, me animó un poco.

En general el terreno fue fácil hasta Zamora, y luego hasta Salamanca, a la que llegamos en gran grupo a las 2AM, dejando alucinado al dependiente de una estación de servicio en la que repostamos. Imaginad el tipo cuando le aparecen en plena madrugada un montón de tipos en bici y le agotan el stock de Aquarius, Donuts… Fijo que al día siguiente lo contó en casa y a los compañeros.

A medida que nos acercábamos a Ávila la cosa se iba poniendo más rompepiernas, y esa primera noche hizo un frío que pelaba. Mucha gente paró a desayunar con calma junto a las murallas, pero yo no iba bien, y si paraba igual no arrancaba. Además, estaba congelado y prefería esperar a que saliese el sol de verdad para hacer una parada tranquila. Así que la salida de Ávila fue matadora: justo cuando empezaban las rampas duras estaba tiritando y en reserva, y en Navalperal de Pinares ya no podía más y me quedé un rato en un pequeño bar donde la camarerá flipó con la sucesión de colacaos que me pimplé.

Se aproximaba lo duro, la sierra madrileña, y llevábamos algo más de 320Km, así que retomé el pedaleo con calma. Ahora el sol daba bien y los rampones se sucedían. Rodaba solo, distraido con el paisaje y, sin saber bien cómo, me di cuenta de que me había perdido. Aparecí en el Puerto de la Cruz Verde, uno de los PC de la ruta, pero bajando, por una zona que no debía. Hablé con un chico de la organización que estaba controlando en la rotonda, y que tampoco entendía como había aparecido por donde no era. Al revisar con él el mapa comprobé que no había tomado un desvío a la derecha en las Navas del Marqués, ni me había percatado que llevaba varios kilómetros fuera de track porque la línea de esa carretera en la cartografía era del mismo color que la de navegación (a veces cuesta distinguir bien los colores en el Dakota 20 cuando hay mucho reflejo exterior). Fue un momento de dudas: iba fundido y con muchas rozaduras, y en ese momento bajo de moral, y si tenía que deshacer camino para bajar a Robledo de Chavela, igual plantaba allí mismo. El voluntario me dijo que bajase out-of-the-track hasta Fresnedillas de la Oliva (era el que CP que me había saltado, y si no lo pillaba ya no habría opción de homologar la brevet), y que allí retomase el recorrido con normalidad.

Hice caso y bajé. Tomé allí un pinchito de tortilla revitalizante ya que se avecinaban puertos, y justo al mediodía arranqué. El puerto de la Cruz Verde (ahora sí por el trazado correcto), me gustó, la verdad. Paré en una fuente a rellenar los botelllines y al ir a echar las sales, se me vuelca parte de la bolsa y me cae todo el polvillo por la ropa y la bici. Vamos, que arranco de allí pareciendo un farlopero.

Luego, pendiente del GPS más de lo debido por ir ya con desconfianza, tiré en bajada y llaneo por El Escorial y Guadarrama, y en los Molinos de nuevo hice parada técnica. El puerto de Navacerrada ya no era coña, así que pensé en quedar allí unas horas a descansar, esperando también a que bajase algo el sol, porque el caloraco era mortal. Sin embargo, al final no estuve allí mucho rato, porque no quise arriesgarme a sufrir en marcha el tormentón que se estaba levantando. El puerto es chulo, pero con las bolsas y la patas cargadas, cada kilómetro se vive con intensidad. Justo al coronar, empezó a descargar la lluvia, de la que pude escapar. Me salió bien la jugada.

El asfalto de la otra cara del puerto está bastante reventado, así que hubo que bajar con los cinco sentidos. El Real Sitio de San Ildefonso llegó rápido, y Segovia también. Luego todo se me atragantó un poco: el cansancio, el calor de media tarde, los repechos constantes… Iba un poco modo autómata. Después de Torrecaballeros incluso me colé un cruce y tuve que volver para atrás. El sube y baja encadenando pueblecillos por carreterillas entre campos era bonito, pero tenía unas sensaciones super raras: unas partes del cuerpo dormidas e insensibles, mientras otras latían de escozor e inflamación. Y se acercaba la segunda noche, que tenía pensado hacer del tirón… pero algo en el cerebro me decía que era imprescindible hacer un buen pit-stop.

Desconocía las dinámicas de este tipo de pruebas, y me sorprendió que la mayor parte de la gente tirase de hotel por las noches (algunos incluso llevaban ya las reservas al tener el recorrido programado). En ese momento lo entendí: hay veces que es necesario para no entrar en la épica inútil. Así que en Riaza, con 520Km encima, me metí en el primer hotel que pillé. No cené, pero la larga ducha, los ungüentos en las múltiples zonas irritadas, y 4 horitas en una cama, me vinieron de perlas.

Al arrancar a las 6:00 me encontré con un andaluz y unos mallorquines que habían dormido también por allí. Salimos juntos y en la primer hora se fue uniendo gente que nos cogía y a la que cogíamos. En grupeta y a relevos, todos «descansados», y por una zona tirando a llana, durante unas horas progresamos muy bien. Pasamos el Burgo de Osma, Ucero, y llegamos a la que era mi primera referencia interna: las curvas de herradura del cañón del Río Lobos y San Leonardo de Yagüe (conocía la zona de haber estado recientemente por allí con motivo del CE de MTBO). En esta zona el grupo se rompió, y volví a rodar solo toda la N234 hasta Soria, y luego hacia el NW hasta Valdeavellano de Tera.

Poco antes me pilló la grupeta mallorquina y me uní a ellos, tanto en el pedaleo como en las paradas de avituallamiento. Muy majos ellos, me fueron ayudando por un terreno ondulado que se me hizo durillo: Molinos de Duero, Covaleda, Duruelo… No me daba llegado Salas de los Infantes, donde estaba el pabellón que la organización tenía como local de apoyo, en el que teníamos una mochila intermedia y varios servicios a nuestra disposición: colchonetas, comida, baños, etc. Y me hacían falta todos porque tras 780Km iba de nuevo con los testigos de warning en rojo. De haber llegado más tarde, igual me duchaba y me quedaba a dormir allí un rato. Pero todavía había luz natural así que aunque la parada fue tranquila (evacuar, comer, beber, cambiar ropa, reordenar bolsas…), salí de nuevo al ruedo en cuanto pude, sin anular todas las alertas del cuadro de mandos.

En los primeros metros me uno a un cordobés y dos murcianos. Metiendo más plato del que esperaba, y de nuevo de noche, avanzamos por la N224 a muy buen ritmo. No di relevos porque ya bastante me costaba mantenerme a rueda: rodaban como bestias. Justo antes de llegar a Burgos, una emboscada: desvío a la derecha hacia Modubar, y nos regalaron unos repechos y carreterillas juguetones para entrar en la ciudad. Era tarde, no había casi nadie por la calle, y volvieron la bajona física y los dolores varios. De nuevo sin cenar, y de nuevo solo me meto 4 horitas en un hotel.

Así como de Riaza partí «fresco», saliendo de Burgos antes del amanecer me sentí bastante flojo, de fuerzas y de coco. Supongo que se sumó todo: el déficit de alimentación y de sueño, los más de 830Km en las patas y en el culo, y demás familia. Iba muy descentrado, pedaleando por inercia, pero sin saber bien ni cómo iba. Además toda la zona de Sasamón, Castrojeriz, Astudillo, Palencia y Ampudia, aunque era casi toda llevadera, o tal vez debido a ello, se me atragantó un poco: mucho rato en la misma postura, tendencia a atrancarme de desarrollo, falta de distracción… Tal vez fue el tramo donde tuve que tirar más de cabeza.

Tras muchas horas sin ver a nadie, degustando un refresco en el suelo de la gasolinera de Ampudia empezaron a llegar participantes, muchos de ellos a los que creía bastante por delante, lo que me animó un poco (no debía ir tan mal). En los kilómetros siguientes, en dirección a Valladolid (la única capital a la que no llegamos a entrar), estaba para mi el segmento-tortura del recorrido: una recta de casi 10Km totalmente bacheada que te dejaba el culo y las muñecas hechas fosfatina. En Mucientes me reencontré con la grupeta mallorquina, con la que compartí mesa y mantel. La siguiente zona fue llana, pero el calorazo y un viento de mil demonios, hicieron que sufriese y me desquiciase un poquillo.

Tan asfixiado iba, que en Medina de Rioseco paré con la única intención de tomar un refresco frío y un helado. Casualidades, justo en el mismo quiosco estaban los mallorquines haciendo lo propio. Me dijeron de unirme a ellos, y la verdad es que fue un gran acierto: las siguientes horas me protegieron y se portaron conmigo de maravilla, así que les estoy agradecido. El siguiente tramo, hasta Valencia de Don Juan (íbamos ya a por los 1100Km), pese a no tener grandes pendientes, era pestosillo: carretera ancha, tráfico por momentos, ondulado pero con tendencia a subir… Luego de allí a León, otra vez con linterna y chaleco, se llevó mejor.

Todos con los que hablaba iban de hotel de nuevo en León. A mí me parecía una tontería con lo poco que quedaba (menos de 100Km), y además precisamente una de las cosas que iba buscando era la aventurilla esa de estar solo por ahí en la oscuridad. Tenía dudas, pero una gran M amarilla junto a la carretera aclaró mi pensamiento: un McRepostaje enriquecido, una mini siesta en la propia mesa junto a unas chavalas todas maqueadas que se iban de fiesta, y salí yo también a disfrutar de la fresca pero clara noche leonesa.

Quedaba el puerto de la Hoja que subí tranquilito, sin coche ninguno a eso de la media noche, y que se me hizo fácil. Luego venían unas carreterillas más humildes para llegar a Rioseco de Tapia, y en Villanueva de Carrizo cambiamos de carretera para encadenar pueblos en una zona plana por el valle del río Órbigo. Supongo que en parte por la adrenalina de saber que estaba cerca de meta, iba alegre, cantando, e incluso a buen ritmo. Desde luego, de León a Hospital de Órbigo, fue el tramo que más disfruté de toda la super brevet.

Cuando me incorporé a la N120, lo que no me apasionó (porque la carretera no tiene mucha gracia, y además pasaban muchos trailers incluso de madrugada), y aunque quedaban un par de repechillos, tuve claro que el curre estaba hecho. Así que gasté lo que quedaba: desarrollo, pedalear de pie, actitud de apretar… Y a las 3 y pico de la mañana del día 27 estaba en Astorga: contento, dolorido, y con una sensación extraña, como de que en ese momento no quería parar (mi biomecánico estaría orgulloso), quería más tiempo y más kilómetros.

Me di una larga ducha caliente en el pabellón, comí un par de hojaldres Alonso (en realidad el mótivo principal de haberme inscrito en este sarao), y sin desmontar nada de la bici me fui a dormir un rato al coche. Después de amanecer todavía me dio tiempo de ver como iban llegando otros participantes, charlar con la gente, y ver la entrega de premios (en la que, por cierto, me tocó un casco en el sorteo de regalos: debe ser la primera vez en mi vida que me toca algo).

En resumen, medallita de finisher, con un recorrido de unos 1230Km y unos 11000mDa+, que hice en unas ¿81h? de tiempo corrido. El recorrido tuvo tramos que no me molaron mucho, pero otros muy chulos. Y tuve bastante suerte con el material (quitando la visibilidad de la pantalla del GPS y algunos apagones de iluminación), especialmente con la Giant Defy, que no me dio ni un problema.

Todavía sufro algunos efectos secundarios diversos, pero ha sido una experiencia interesante, que me gustaría probar con colegas (casi todo el mundo iba en pandilla), y también en un formato «más aventura». De momento, a descansar… y a planear.

Logotipo, mapa, perfil y foto 1 tomadas de la web de Astorga Randonneurs.