El 2012 ha acabado de forma un poco paradilla. En diciembre apenas tuve deporte; las lluvias y varios asuntos personales no dejaron mucho margen, y el poco que hubo lo dediqué a alguna salida tranquila en bici, charlando con los amigos, y a alguna carrerilla festiva de las habituales por estas fechas.
Estas navidades cayeron la Carreira das Prazas, una prueba sin clasificaciones y con dorsal único, que recorre en poco más de 3km las principales plazas del casco antiguo de Pontevedra. Se celebra de noche, y al acabar dan pizza, chocolate, y toneladas de rosca. Vamos, que metí bastantes más calorías de las que quemé.
Y el último día del año, como marca la tradición, la San Silvestre. El recorrido era como el del año pasado, sólo que este año hacían falta katiuskas, y por momentos incluso una piragua. ¡Qué manera de llover! Mira que los gallegos estamos acostumbrados, pero justo antes de la salida eso era el diluvio, granizo incluido. Así que allí estábamos, casi 3000 almas chapoteando en charcos sobredimensionados, y gritando cada vez que el chaparrón se intensificaba. Pero bueno, lo pasamos bien. Eso sí, acabar, pillar la botella de sidra, y pitando para casa, que ya empezaba el resfriado.
Y estas dos primeras semanas del 2013 me las he pasado viendo la lluvia caer y… limpiando la bici. Y es que tal y como está de embarrado el monte, una escapadita de un par de horas supone al llegar a casa otro tanto de limpieza y balance de daños (las pastillas y las cadenas no duran nada así).
¿El resto de este nuevo año que haré? ¿Raids, carreras de montaña en Galicia, algún ultra fuera, más mtb y FS? Pues no había «planificado» ni rutas ni carreras, porque estaba pendiente de confirmar inscripción a cierta prueba, y ayer salió el listado: ¡estoy aceptado en el UTMB! (no imaginaba posible algo así hace unos años, cuando «robé» tiempo a mis bicis para probar estas otras cosas). En fin… habrá que ir, así que del 26 de agosto al 1 de septiembre, andaremos por Chamonix. Veremos que sale de ahí. Pero bueno, de momento toca atender a lo que está entre manos, coger ritmillo y horas, no hacerse daño, y disfrutar en el monte.
