Escribo con retraso no por falta de tiempo sino de ánimo, ya que han sido unos días fastidiados para Galicia en general y para los/as amigos/as del proyecto Verticalizando Pontevedra en particular.
Para acumular kilómetros de cara al UTMB, tenía en mente desde hacía unas semanas hacer un tramo del Camino de Santiago en plan ca-co (alternar el caminar con el correr o trotar). El día que iba a irme uno de mis compañeros en el proyecto, Abel Alonso, hizo cumbre en el Gasherbrum I. Todos estábamos muy orgullosos de que por primera vez un pontevedrés mirase por encima de los 8000m, y esperábamos que bajase sin problemas.
El día 24 (pues tuve que retrasar el entreno por motivos personales), un servidor y el amigo AV, que también tenía ganas de mambo, tiramos en tren para Ponferrada. En principio íbamos para algo asequible: unos 205km, por terreno fácil, y a trotar sin prisas. Pero no salió como esperábamos.
Empezamos a una mala hora, pues las 12:30 es algo tarde y el sol está en lo alto… y también empezamos a «mal ritmo», porque los primeros kilómetros cayeron demasiado rápido al ser bastante planos, básicamente por aceras y asfalto, después por alguna pista de tierra dura entre fincas. A las 15h y poco pasamos Villafranca del Bierzo dejando una nueva marca para guiar a los peregrinos: un reguero con nuestro sudor. Y seguimos por el precioso andadero de la N-VI que se hizo agobiante (por tramos caminamos rápido en plan asqueado), y en el que empezamos a notar los efectos del calor y del asfalto en forma de pies recocidos. Al bajar hacia la zona de Vega de Valcarce y Herrerías el asunto mejoró, pero ya éramos conscientes de que íbamos a tener ampollas.
Esa tarde me llega un SMS informándome de que seguía sin haber noticias de Abel, presuponiendo ya una desgracia, pues no estaba ni en el CB ni en ninguno de los campamentos de altura. Empiezo a romperme la cabeza, pero la llegada a la subida de la Faba me distrae un poco: tierra, pendiente, bosque, valles,… ese es nuestro terreno y nuestro paisaje. Subimos bastante bien, y pasadas las 20 ya estábamos en O Cebreiro. No había sitio en el albergue, y no llévabamos sacos de dormir, así que seguimos tirando. Pero como no había mucho ánimo para seguir de noche a la luz del frontal (ni en el coco ni en los pies), paramos a dormir en el Alto do Poio.
Resumen de la jornada: madrugón y viaje, 67km, unos 1500m de Da+ en 8h-y-pico, dolor de pies, y estando de cháchara con unos ciclistas cenando en el bar del albergue vemos en la tele la noticia del descarrilamiento de un tren. «¿Dónde fue?», le preguntamos a la camarera. «En Santiago». ¡Joder, no llegaba una desgracia…!
El día siguiente amaneció caluroso pero con niebla… tanto en la atmósfera como en nuestro interior. Bajamos a Triacastela (en 1h, muy rápido otra vez), y cogimos el recorrido clásico: por el alto de San Xil. Volvió el asfalto y con él los dolores en las plantas de los pies; AV iba sobrado, pero yo me vi obligado a caminar incluso en tramos muy favorables. Las malas noticias se revolvíann en la cabeza, pisaba raro para reducir las molestias (con lo que fui cargando las piernas), el ritmo era mucho más lento y los kilómetros más largos,… y Lorenzo apretaba otra vez. Vamos, que al llegar a Sarria, en torno a las 13h, era obligatorio parar con calma a comprar, y buscar una sombra para comer y «arreglarnos» los pies.
Al reanudar la marcha ya estábamos quemados. Llamamos a casa y nos enteramos de la envergadura del accidente ferroviario… y de Abel no se sabía nada. Seguir seguimos hasta Portomarín, separados y ensimismados, cada uno a su ritmo, pero en el fondo ya sabíamos que no íbamos a ninguna parte. AV me pregunta si no sería mejor parar y, aunque no soy una persona de retirarse fácilmente, estuve de acuerdo: vamos demasiado lentos (sólo 55km a las 19h), estamos fastidiando los pies (cuando tenemos varias citas importantes próximamente), y la cabeza no está con fuerza para empujar; ¿para qué seguir? Así que ducha, albergue, cena, y a esperar a la mañana siguiente para coger un bus hacia Lugo, y otro de regreso a Pontevedra (casi todo el rato de charla para entretener la mente).
Voy con rabia porque subestimé el entreno y cometí varios errores imperdonables (con el material, la nutrición, la estrategia,…). Pero sobre todo con mucha tristeza porque al llegar a casa se confirma que, tras haber intentado la búsqueda y el rescate, se da oficialmente a Abel por fallecido tras varios días desparecido en la montaña. Lo cierto es que no éramos íntimos, pero si amigos: fue mi fisio, cliente mío con la bici, compañero de raids y carreras,… Y últimamente coincidíamos bastante por el Verticalizando Pontevedra (incluso un día antes de marcharse a la expedición compartimos una sesión de fotos en el rocódromo). Una auténtica pena, era buen rapaz; DEP, lo llevaremos al monte en el recuerdo.