Cuntis «termal»

Cuntis es un municipio situado al norte de Pontevedra, famoso en el mundo entero principalmente, creo, por ser la cuna de mi familia paterna; aunque claro, también hay gente que lo visita por atractivos como su balneario de aguas termales o por el área arqueológica de Castrolandín. E incluso alguna que otra persona se acerca hasta allí para participar en alguna de las múltiples actividades que está organizando el Club de Montaña Xesteiras, por ejemplo el trail del pasado domingo.

Con menos inscritos de lo esperado, a las 9:00 empezamos a correr. A los que llegamos con el tiempo justo apenas nos dio para coger la bolsa y saludar, así que salimos al trote, sin calentar (infinitivo maldito ese fin de semana). Los primeros kilómetros, muy chulos, pasaron rápido: que si una pista, que si un camino, que si unos terraplenes con cuerdas para ayudarse, unas rampitas, una zona rocosa, y llegamos al alto de Castro Sevil. Bonitas vistas, más calor aún, y una flojera mayor de lo esperada; pero seguimos con ganas.

Unos trozos más de pistas y caminos, y llegamos a la parte central de la carrera, zonas de pastos por el monte Cabalar. Lorenzo ya estaba alto y agobiaba, Eolo no colaboraba… y uno iba apajarandose y quemándose (incluso literalmente). Mal asunto. Los kilómetros se dilataban, las subidas se endurecían, el paisaje se afeaba. La temperatura y la insolación no eran normales, pero ¿qué se podía esperar de una zona en la que del grifo salen aguas calientes y sulfurosas? Pues que tuviera una sección eterna como una condena en el infierno: «penitencia de esfuerzo y calor, por no venir más de visita», pensé. Tuve que caminar hasta en los llanos porque las sensaciones eran malísimas, incluso con escalofríos pese a las altas temperaturas. Por suerte, la organización amplió a última hora el número de avituallamientos, y esos bidones de agua e isotónica, y la calma en el ritmo, fueron los que me salvaron.

Echándome agua encima de cada garrafa o riachuelo que pillaba, yendo lento y solo todo el rato, pasaron más kilómetros. El tiempo ya me daba igual; únicamente pensaba en el fresco, en pillar sombra, en un zumo frío,… y en acabar. Así que unas pistas, fáciles para el que tuviese fuerzas aún, y ya enfilábamos de vuelta a Cuntis. En la parte final apareció el tramo más bonito: un largo descenso, estrecho y revirado, entre frondosos árboles (precioso, queda pendiente de hacerlo en bici). Todavía quedaban un par de kilómetros con el sol en la chepa y alguna que otra subida jodona, pero el hecho de saber que ya se acababa los hizo más llevaderos. Hasta que de nuevo apareció el asfalto, y el pueblo.

En meta, 33km y 2650mDa… en 4:32:00. Mucho tiempo, pero para el estado de forma que tengo y las condiciones en que corrimos, me doy con un canto en los dientes, y me felicito por mi tozudez (mucha gente se retiró por la dureza que impuso el termómetro). Además, valió la pena aunque sólo fuese por el placer de meterme en la fuente de la plaza, tomar un trozo de empanada y un refresco, y estirar escuchando a un speaker bien simpático.

En conclusión, reconozco que no lo pasé bien del todo, y que ni el día ni el recorrido eran de mi estilo (prefiero el frío al calor y lo técnico a lo «corrible»), pero la carrera estuvo muy bien organizada (marcaje, seguridad, trato al corredor, precio, servicios en meta,… y flexibilidad para adaptarse a la situación, algo que otras no tienen), y es otra más para la saca, algo importante en semanas previas al UTMB.


Fotos de Leonor y Hugo compartidas en la web del CdMXesteiras.

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