Ayer salí a montar un rato en la btt. Tras 3km por carretera, enlace necesario para llegar a zonas «más rurales», cojo una pista de asfalto desde la que ya tengo varios caminos de tierra que me dejan en pleno monte. Pero, a los pocos metros… ¡peligro!
Tres perros, dos iguales grandecitos y otro chiquitín, se me vienen encima en actitud agresiva. El enano no me da miedo, pero los otros dos tienen unos buenos colmillacos. Me paro en seco, intento safarme y, tras muchos ladridos, aparecen dos chiquillas, los llaman sin mucho interés y sin pedir disculpas, y aprovecho los metros que me dan de margen para dar la vuelta y volver por donde he venido, cagándome en los perros y en sus dueñas.
Varío un poco la ruta, y empiezo a subir hacia el polígono industrial del Campiño, camino de la Fracha, y al llegar allí, otro perro. En esta ocasión uno de los que cuida las ovejas que pastan en los solares del polígono en los que todavía no hay empresas. Éste me amenazó, y me dio la lata, pero no me persiguió (supongo que no se quería separar del rebaño), pero 200m más adelante me salió uno de sus compañeros de trabajo, más grandote y brusco, que me echó la boca a la pierna.
Volví hacia la carretera, huyendo como un cobarde, y al poco, me metí ya en monte de verdad. Conseguí andar un rato sin sobresaltos, aunque iba medio amargado: cualquier ruído me hacía mirar hacia atrás, veía perros asesinos agazapados detrás de cualquier eucalipto,… Pero no, todo estaba tranquilo.
Hasta que, de repente, subiendo hacia Cristo Rey, un perro negro sale de una especie de taller de coches. Acelera, se pone a mi lado, ladra, gruñe, me hace amagos. Le pego unos chillidos y levanto la mano, pero el cabrón aún se mosquea más y se pone más agresivo, así que vuelvo a ser yo quien mete el rabo entre las piernas, y opto por la opción bajar dos piñones y salir de allí pitando.
Al final, después de 4 encontronazos caninos en menos de 2 horas de pedaleo, decido volver para casa medio mosqueado. ¿Para qué seguir andando hoy, para encontrarme con Kazán?
Entiendo que no debemos hacerles nada, pues los animales no tienen la culpa; siguen sus instintos y defienden lo que creen que tienen que defender. Pero a los que sí había que meter dos palos es a algunos/as dueños/as que son bastante más animales y maleducados que sus propias mascostas: ¿no se dan cuenta de lo incómodo que es llevar un perro persiguiéndote o intentando morderte?, ¿son conscientes del riesgo que supone un golpe entre un ciclista/corredor y un perro, en el que ambos se pueden hacer mucho daño? ¿Y de las posibles consecuencias legales? Y dejo para otro día el tema «sólo quiere jugar» y el de las cagadas (en las aceras o en donde sea).
En fin, como sé que con muchos propietarios no hay nada que hacer (no todos, afortunadamente), me decanto por enviar un mensaje a todos los perros que, me consta, son asiduos lectores de este blog. Estimados canes, chuchos, cadelos/as, y demás familia: comprendo que sois territoriales, que véis una amenaza en ese objeto que se mueve rápido, que este mundo es tan vuestro como nuestro, que hay mucho gilipollas en bici que tampoco se comporta, etc., pero la mayor parte de nosotros, humanos subidos en unos hierros con ruedas, no pretendemos haceros mal ninguno; simplemente nos desplazamos pedaleando para hacer algo que compartimos con vosotros, disfrutar de la naturaleza. Así que, por favor, paseemos en paz, viviendo y dejando vivir.
PD. Hace poco fui a correr con un chico y su perra que hacen canicross y quedé encantado de lo amestrada que la tenía. Me encantó la experiencia, y me pareció un ejemplo de convivencia.