«Lo que molaba era hacer el cordal entero, uniendo todos los picos… y del tirón volver en bici». Cuando cada vez que hablas de Ancares escuchas esto a un colega, tienes claro que en breve irás para allá. Así, a principios de septiembre, AV, CV y yo, planificamos rápido la escapada, viajamos el viernes por motivos logísticos (llevar las bicis a un pueblo intermedio, preparar material, etc), y dormimos ya «a pie de vía» para probar la idea.
1. Los cordaleros
Ya con luz, porque se nos pegaron las «sábanas», arrancamos desde Balouta hacia el E desperezando las piernas a ritmo de pateada. Al rato el camino se acaba y subimos a chuzo por una pedrera con trozos con hierbajos. Es mucha pendiente y todavía está mojado, así que no podemos evitar algún resbalón… y algún momento de gateo (menos mal que no nos vio nadie: bajaría nuestro caché). Al llegar al senderito superior nos desviamos un poco hacia el N y hacemos el primer pico del día: el Miravalles (1969). Desandamos nuestros pasos, o debiera decir zancadas, pues aquí ya empezamos con el verdadero correr, y pillamos ya la línea del cordal, que no abandonaríamos en varias horas, buscando cruzar la carretera en el alto del Puerto de Ancares (1669m).
Bordeamos la Hoya de Ancares y subimos al Cuiña (1987m). Unos buitres impresionantes nos sobrevuelan, pero ¿no es un poco temprano? Todavía no vamos tan justos. De hecho, coronamos sin forzar la maquinaria, bajamos unos 350m de desnivel flipando con los corzos, y volvemos a subir para llegar al Penalonga (¿1880m?). Esta zona ya tiene la típica vegetación baja de la zona que tan buena es para hacernos un buen peeling en las piernas, y los típicos caos de bloques tan buenos para dejarse un tobillo. Por ahora CV y AV están teniendo piedad de mi, pero la subida al Mustallar (1935m) se me atraganta un poco. Pongo ritmo marcheta a mi bola, y les dejo que me saquen ventaja; ¡si en realidad lo hago por ellos, para que cojan autoestima! Aunque el día aguanta, hay algo de niebla así que picamos algo rápido, y tiramos.

A continuación vienen varios picos menores seguidos: Lagos, Corno Maldito, Charcos, Penedois. Algunos pasos son algo más técnicos y expuestos, e incluso en un mini-destrepe tengo que amainar porque se me engancha la mochila y no pillo postura, pero este tramo está muy chulo. Otra subida no tan larga y llegamos al Tres Obispos (1795m). Hacemos la foto de rigor y seguimos, siempre hacia el SO. Al pasar unas horas yo me encuentro algo mejor, pero la sucesión de bajadas y subidas, incluso sin ser grandes petadas, va cargando las patas: ganamos 100 o 200m de altitud para volver a perderlos, y después volver a subirlos, etc. Pero a lo tonto pasamos el Valongo, una subidita más, y el objetivo final: el Penarrubia (1822m), con su bonita pared O.
Ya vemos el pueblo de Tejeira, pero no sabemos muy bien cómo bajar: no hay caminos, ni una traza clara para hacer monte a través. Exploramos un poco, tiramos de mapa y gps, y al final optamos por la opción más… castrona: tu tira para abajo que ya aparecerá algo. Y al rato apareció: el nacimiento de un riachuelo y unos huecos suponemos que hechos por el ganado, por los que nos fuimos metiendo. Afortunadamente no llévabamos el esmoquin y los enganchones no nos importaron mucho. Al llegar a la pista ancha AV nos acelera un pelín camino de Tejeira, le seguimos porque allí están las bicis y la comida, no por otra cosa.
2. Bicicleta de suela
En el bar del pueblo hacemos una transición algo más larga de lo planeado. Una, porque en La Cantina de Teixeira se estaba a gusto y apetecía quedarse (muy recomendable el sitio: buen trato, comida rica, local agradable,…; nosotros volveremos). Y dos, porque al guardar las cosas de correr en la mochila aparece un problemilla: no me entran las zapatillas. Probamos de varias formas y ni de coña. Es lo que tiene tenerlo grande (el pie). Al final pedimos bridas y atamos una de los Brooks a la bici en donde menos moleste. ¡Hasta quedaba bonito!
Y reiniciamos la ruta. Abandonamos Tejeira por una pista ancha y polvorienta que al poco tira hacia el N. Cuesta ponerse a pedalear después de comer, con bastante calor, y en subida, pero subimos piñones y vamos entonándonos. Después varios kilómetros de repechos, llanos y bajadas rápidas, nos hacen cruzar Campo del Agua, aldea muy chula con pallozas restauradas, y rodar hasta Burbia.
No habíamos ganado apenas desnivel positivo, así que estaba claro que ahora vendría todo de golpe. Y vino. Ya desde el pueblo arranca un empinado zig-zag de gravilla que se hizo duro con 10h ya en las piernas. Aquí cada cual a su ritmo, es decir: CV silbando, AV esforzándose, y yo al final terqueando. No quería subir ni un metro desmontado, así que molinillo total y breve parada en el medio para reponer alimentos. La sudada fue brutal, y estaba poníendose el sol, así que nos abrigamos y bajamos rápido por pista buena hasta Pereda de Ancares.
Ya de noche nos metemos a la carretera para subir el Puerto de Ancares. Las luces casi todo el tiempo apagadas y mantenemos la misma tensión de pedaleo. No son rampas muy duras pero voy cansado, aunque como me gusta bastante más darle al pedal que a la zapatilla, lo llevo bien. Una tormenta empieza a asomar por el E, pero no preocupa, pues sólo queda regular un ratito y dejar que pasen los metros. Al coronar AV esprinta y nos saca 12cm, repetimos rápido la foto de la mañana en el cartel del puerto, damos potencia a la iluminación, y descendemos hasta Balouta con cuidado porque el asfalto está mojado y no queremos sustos de última hora.
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De vuelta en la furgo tras 14h (en ellas 11h de actividad para unos 81.5km y 4300mDa+; interesados en el track aquí), sin incidentes graves y habiéndolo pasado bien, las dos cosas prioritarias. Además para mí lo importante era hacerlo; los galgos ya irán otro día a rebajar tiempos. La verdad es que estos retos con los colegas molan: ni competis ni leches. Y lo mejor de todo: habrá más (¡a cabeza non para!).